El masaje infantil es una práctica
universal que se utiliza desde la antigüedad en muchas culturas del mundo y que
ha sido rescatada en el mundo occidental en los años setenta. Combina
diferentes maniobras y elongaciones en el cuerpo y ayuda a que el bebé se relaje.
El tacto es el primer sentido que
desarrollamos. El toque piel con piel es la primera forma de comunicación del
ser humano, es un poderoso medio para el desarrollo fisiológico, psicológico y
emocional del bebé. Es un nutriente que
beneficia tanto al bebé, como a los padres y madres y/o personas más
cercanas a él, estimulando y fortaleciendo los vínculos afectivos y la escucha
mutua.
Las revisiones bibliográficas acerca
de la evidencia científica de los beneficios del masaje, recogen los siguientes
efectos para el niño nacido a término y el prematuro:
- Mejor ganancia de peso en bebés prematuros.
- Fomenta el desarrollo neurológico tanto en el niño prematuro como en el niño a término.
- El contacto ocular, el contacto piel con piel y la comunicación tanto verbal como no verbal que se establecen durante el masaje ayudan a reforzar el vínculo con sus progenitores y fomentan su bienestar.
Por otro lado, numerosos autores
coinciden en que existen indicios de que el masaje realizado por los progenitores
es un elemento complementario para
ayudar al bebé a manejar el estrés frente a nuevas situaciones.
Durante el acto del masaje se produce
la alternancia estrés/relajación ya que el niño experimenta todo tipo de
sensaciones nuevas: sentimientos, olores, sonidos, el calor debido al aumento
de la circulación, el movimiento del aire sobre la piel desnuda… Todos ellos
son elementos suaves de tensión. En contraposición, el tono agradable de la voz de la madre o el
padre, su sonrisa, el contacto piel con piel son elementos relajantes que
contrarrestan el estrés producido por las nuevas sensaciones.
De hecho, el estrés de enfrentarse a
dichas situaciones y transformarlas en algo familiar es esencial para el
desarrollo del cerebro infantil. Es decir, el aprendizaje lleva intrínseca la
necesidad de un equilibrio entre estrés y relajación.
La práctica del masaje puede iniciarse
en cuanto los padres lo deseen y puede
mantenerse conforme el niño se hace más mayor si él y sus padres lo desean.
En cuanto a su aplicación, el tiempo de duración no debe ser superior a
30 minutos. La frecuencia ideal es
diaria hasta los 6-7 meses de
vida y durante la etapa de gateo y aprender a caminar, se puede reducir de 1 a
3 veces por semana, según receptividad del niño. Frecuentemente se da antes o
después del baño. No obstante, la familia puede adaptarse en función de los
horarios de los padres y del momento del día en que el bebé está más receptivo
siempre que no se haga después de una toma de alimento.
El masaje infantil no tiene
contraindicaciones si es aplicado adecuadamente. No obstante, hay algunas
situaciones que deben ser consideradas antes de aplicar el masaje y requieren
consultar con el pediatra o el médico especialista: vacunación, infecciones,
alteraciones a la piel, quemaduras, fracturas, enfermedades del corazón o del
riñón, cáncer.
Desde el CDIAT de APSA incorporamos en
los programas de tratamiento esta técnica y educamos a los padres en el cuidado
a través del masaje, tanto durante las sesiones de fisioterapia como en
talleres prácticos en los que se
profundiza sobre el manejo y masaje del bebé. Asimismo, también realizamos
cursos sobre manejo y masaje del bebé orientados a profesionales interesados en
la práctica de la atención temprana.
Autora: Maribel Ródenas Martínez.
Fisioterapeuta del CDIAT de APSA.
Divino! Enhorabuena por este fantástico blog!
ResponderEliminarHay que poner en valor tanto buen hacer. Felicidades!:D
ResponderEliminarMuito bom!
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