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martes, 15 de mayo de 2012

El masaje infantil


El masaje infantil es una práctica universal que se utiliza desde la antigüedad en muchas culturas del mundo y que ha sido rescatada en el mundo occidental en los años setenta. Combina diferentes maniobras y elongaciones en el cuerpo y  ayuda a que el bebé se relaje.
El tacto es el primer sentido que desarrollamos. El toque piel con piel es la primera forma de comunicación del ser humano, es un poderoso medio para el desarrollo fisiológico, psicológico y emocional del bebé. Es un nutriente que  beneficia tanto al bebé, como a los padres y madres y/o personas más cercanas a él, estimulando y fortaleciendo los vínculos afectivos y la escucha mutua.
  
Las revisiones bibliográficas acerca de la evidencia científica de los beneficios del masaje, recogen los siguientes efectos para el niño nacido a término y el prematuro:
  • Mejor ganancia de peso en bebés prematuros.
  • Fomenta el desarrollo neurológico tanto en el niño prematuro como en el niño a término.
  • El contacto ocular, el contacto piel con piel y la comunicación tanto verbal como no verbal que se establecen durante el masaje ayudan a reforzar el vínculo con sus progenitores y fomentan su bienestar.




Por otro lado, numerosos autores coinciden en que existen indicios de que el masaje realizado por los progenitores es un elemento complementario  para ayudar al bebé a manejar el estrés frente a nuevas situaciones.
Durante el acto del masaje se produce la alternancia estrés/relajación ya que el niño experimenta todo tipo de sensaciones nuevas: sentimientos, olores, sonidos, el calor debido al aumento de la circulación, el movimiento del aire sobre la piel desnuda… Todos ellos son elementos suaves de tensión. En contraposición,  el tono agradable de la voz de la madre o el padre, su sonrisa, el contacto piel con piel son elementos relajantes que contrarrestan el estrés producido por las nuevas sensaciones.
De hecho, el estrés de enfrentarse a dichas situaciones y transformarlas en algo familiar es esencial para el desarrollo del cerebro infantil. Es decir, el aprendizaje lleva intrínseca la necesidad de un equilibrio entre estrés y relajación.
  


La práctica del masaje puede iniciarse en cuanto los padres lo deseen  y puede mantenerse conforme el niño se hace más mayor si él y sus padres lo desean.
En cuanto a su aplicación,  el tiempo de duración no debe ser superior a 30 minutos. La frecuencia ideal es  diaria  hasta los 6-7 meses de vida y durante la etapa de gateo y aprender a caminar, se puede reducir de 1 a 3 veces por semana, según receptividad del niño. Frecuentemente se da antes o después del baño. No obstante, la familia puede adaptarse en función de los horarios de los padres y del momento del día en que el bebé está más receptivo siempre que no se haga después de una toma de alimento.

El masaje infantil no tiene contraindicaciones si es aplicado adecuadamente. No obstante, hay algunas situaciones que deben ser consideradas antes de aplicar el masaje y requieren consultar con el pediatra o el médico especialista: vacunación, infecciones, alteraciones a la piel, quemaduras, fracturas, enfermedades del corazón o del riñón, cáncer.

Desde el CDIAT de APSA incorporamos en los programas de tratamiento esta técnica y educamos a los padres en el cuidado a través del masaje, tanto durante las sesiones de fisioterapia como en talleres prácticos  en los que se profundiza sobre el manejo y masaje del bebé. Asimismo, también realizamos cursos sobre manejo y masaje del bebé orientados a profesionales interesados en la práctica de la atención temprana.

Autora: Maribel Ródenas Martínez. Fisioterapeuta del CDIAT de APSA.

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