Autora: Pilar Estévez Casellas,
Terapeuta de APSA.
Vamos a comentar como afecta el divorcio a
niños durante su preadolescencia y adolescencia.
Preadolescencia
(9-12): A esta edad, los niños ya no se culpabilizan de la separación y pueden
comprender las causas de esta, aun así se enfadan igualmente y habitualmente
hacen reproches a sus progenitores acerca de su comportamiento, llegando
incluso a avergonzarse de ellos.
De manera general, se produce una unión a
uno de los progenitores, porque entienden o se muestran más de acuerdo con su
papel en la separación.
Es común que muestren dolores psicosomáticos
(dolores de cabeza, estómago…).
Por otro lado, a esta edad, los niños
cuentan con más recursos verbales, lo que les da una herramienta para exteriorizar
y discutir con sus padres sus sentimientos hacia la separación.
Hay que añadir, según las características propias de cada niño, las siguientes actitudes:
- Comportamientos y conductas de recriminar a los padres su separación, siempre con la ilusión de conseguir unirlos de nuevo.
- Asimetría emocional: Conductas de desprecio o rencor hacia alguna de las figuras paternas, a la vez que se idealiza a la otra. Esto puede convertirse en un problema serio, según las actitudes que tomen los adultos del entorno del niño.
Adolescencia: Es una época
complicada y en la que se suelen amplificar los problemas que se tienen que
afrontar o ya existen.
Pueden mostrarse, dos tipos de reacciones
muy diversas, que ahora pasamos a comentaros.
Por un lado, en ocasiones, muestran una
madurez que no se corresponde con su edad, sabiendo que para sus padres es un
mal momento, se preocupan por ellos y ocultan sus verdaderos pensamientos, sentimientos y
sufrimientos para no aumentar el dolor paterno.
O, por el contrario, muestran conductas
agresivas, rebeldes y antisociales, tanto hacia sus padres como hacia otras
personas de su entorno.
En el caso de las niñas, parece que puede
producirse, en algunas ocasiones, cierta precocidad o promiscuidad en las
relaciones sexuales, así como conductas de riesgo (alcohol, drogas…). Sienten
necesidad de una relación afectiva, pero no poseen la capacidad para mantener
una relación estable y equilibrada en ese momento.
Pero debemos tener claro, que el divorcio no es una causa de problemas psicológicos, sino un factor que hace a la persona más vulnerable de padecerlos.
Si, una vez que ha pasado el tiempo desde
la separación, percibimos que la conducta de nuestro hijo/a continua siendo
desajustada o diferente a la que era antes de la separación, por ejemplo,
continua triste, ansioso/a, agresivo/a…, lo mejor es pedir ayuda profesional
para tratar el problema.