El
hábito de sueño en los niños es uno de los primeros aprendizajes y
más importantes que el niño debe interiorizar correctamente para un buen
desarrollo. Muchos niños aprenden a dormir bien de forma
espontánea pero en otros casos esto no es así. Por
ello, y dada la gran interferencia que tienen los problemas de sueño en
la vida familiar, el pasado mes de marzo, desde el área educativa del
CDIAT de APSA, se
organizó un taller para padres donde analizamos las características del sueño
infantil y establecimos unas pautas de intervención para reeducar
hábitos incorrectos.
Lo
esperable es que alrededor de los 6-7 meses duerma unas 10 horas seguidas,
concilie el sueño solo y lo haga en su camita y sin luz. Pero ¿qué sucede si un
niño de esta edad no duerme de la forma deseada? Esta situación, repercute muy
negativamente tanto en los padres, que necesitan su tiempo de descanso para
poder llevar a cabo las exigencias de su vida cotidiana, como el los niños ya
que la falta de sueño hace que el niño esté más irritable, llore más fácilmente
y en algunos casos pueda provocar dificultades de crecimiento puesto que
se ven alteradas algunas de las funciones cerebrales
que se realizan durante el sueño.
La
causa del insomnio infantil en un 98% se debe a hábitos incorrectos. Por
tanto, si queremos que nuestro niño duerma bien, le enseñaremos. El
2% restante se debe a algún problema físico: problemas respiratorios,
alto tono muscular del bebé, …
La
causa del insomnio infantil en un 98% se debe a hábitos incorrectos. Por
tanto, si queremos que nuestro niño duerma bien, le enseñaremos. El
2% restante se debe a algún problema físico: problemas respiratorios,
alto tono muscular del bebé, …
Para
ello es necesario tener en cuenta 3 aspectos:
- Condiciones ambientales que acompañan al momento de dormir: situación de oscuridad, silenciosa y aproximadamente a la misma hora.
- Actitud de los padres: de seguridad, tranquilidad, actitud de enseñar y tener claro que han de hacerlo siempre igual.
- Siempre con los mismos elementos: podemos elegir un cuento (el cuento de dormir), un peluche u objetos que pueda estar con el niño sin nuestra presencia (de ahí el inconveniente de dormirse cogidos de nuestra manita) un chupete (si la edad lo requiere) y en su cuna o cama.
La
clave está en establecer una rutina, que el ambiente sea predecible y el niño
sepa qué ha de hacer y qué se espera de él en ese momento.
Si
mantenemos estas 3 condiciones, especialmente la actitud de seguridad (el niño
percibe que sus padres tienen claro lo que hay que hacer) y de enseñar (el niño
no se duerme solito porque no le hemos enseñado), en un periodo relativamente
corto, el niño aprenderá a dormir bien.
Además,
podemos encontrarnos otro tipo de dificultades, como es que el
niño se levante y vaya a la cama de los padres o presente pesadillas o terrores
nocturnos. En estas situaciones, mostraremos una actitud comprensiva para
intentar descubrir si hay algún problema emocional (miedo a la oscuridad, a estar solo o a algún ser imaginario) detrás de
esos despertares , le calmaremos y le animaremos a que se quede en su cama y
vuelva a conciliar el sueño.
Autora:
Cristina Villar Pérez, Técnico en Atención Temprana de APSA
excelente post!
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