Autoras: Ana Miranzo, Logopeda de APSA y Pilar Estévez, terapeuta
de APSA.
Os
vamos a comentar algunos problemas frecuentes y el modo de combatirlos:
-El niño come muy poco: Habitualmente reaccionamos ante esto forzando, obligando al niño a comer
más. Le amenazamos, chantajeamos, le embaucamos u ofrecemos recompensas si come
más. Estas estrategias solo buscan un efecto inmediato, que en ese momento es
que el niño coma más. No se busca crear un hábito positivo en el niño, son
estrategias que solo se centran en la cantidad de alimento que se ingiere en
ese momento determinado.
Ante
esta situación, os recomendamos mantener la calma y analizar bien la situación,
a lo mejor nuestras propias expectativas de la cantidad de comida que debe
comer son equivocadas.
Las
diferencias entre dos niños de la misma edad en cuanto a la cantidad de comida
que necesitan para sentirse saciados, pueden ser tan importantes como las que
existen entre dos personas adultas. Por ese motivo, es muy importante conocer
las características y necesidades del niño, utilizando sólo de forma
orientativa las raciones recomendadas de manera general. Tener en cuenta:
-
El peso y tamaño
total de la persona influye en la cantidad de alimento que ingiere. Tener en
cuenta que a menos tamaño, menos comida que se ingiere. Por lo que nunca
podemos pretender que un niño coma raciones similares a las nuestras.
-
El momento
evolutivo en el que esta el niño, existen picos de crecimiento, en los que los
niños comen grandes cantidades y otros momentos
de mantenimiento en los que se come menos cantidad.
-
La presencia de
alguna alteración, especialmente de vías respiratorias, sin duda, disminuye el
apetito. Muchos niños se pasan constipados una gran parte del invierno y esto
afecta a su apetito.
Cuando
nos parece que nuestro hijo come poco podemos realizar un “Registro de Alimentación”.
Debemos anotar todo lo que come o bebe durante el día, también tener en cuenta
su peso, talla, actividad diaria,… Lo
idóneo es mostrar el registro a su pediatra para que nos diga su opinión,
muchas veces nosotros mismos nos llevamos una sorpresa y descubrimos que no
come tan poco como pensábamos.
De
modo general, para favorecer que nuestro hijo coma más tendremos que fomentar
que posea una actitud positiva hacia la comida, que sea una situación agradable
y placentera para él, nunca una fuente de tensiones en la familia.
-El niño no acepta los nuevos sabores o
texturas: Hay que comprobar en
primer lugar que no hay síntomas de una hipersensibilidad.
Fijarnos
si realiza muecas, arcadas o llega a vomitar ante los alimentos nuevos, también
si da otras muestras de ser sensible a los estímulos, por ejemplo: rechaza
tocar algunas cosas, texturas, no tolera estar manchado…
En
muchas ocasiones, recurrimos a estrategias, tales como, ridiculizar al niño por
su comportamiento, compararlo con otros niños en sentido peyorativo, darle de
comer nosotros,… Muchas veces, ante la dificultad los padres abandonan y el
niño come solo lo que le gusta, retrasamos así cambios evolutivos adecuados y
necesarios. Con estas estrategias lo que
conseguimos es que el niño tenga una actitud negativa hacia la comida, generar
conflictos en la relación padre-hijo,… Es importante tener claro que estas
estrategias son parte del problema no son la solución.
Para
ayudar a nuestro hijo con la alimentación novedosa, debemos mostrarnos
pacientes y comprensivos ante sus dificultades, por ejemplo comenzar por los estímulos que les resulten menos
aversivos, introducir los cambios muy lentamente (solo una o dos novedades en
su comida semanal), ofrecer una cantidad pequeña del alimento nuevo, no
camuflar ni intentar engañar acerca del alimento novedoso…
Debemos
aprovechar sus iniciativas por probar lo que otros comen, permitir que huela y
toque el alimento como paso anterior a probarlo, animar y felicitar ante
cualquier intento de probar el alimento,
En
niños más mayores, podemos acordar la introducción de nuevos alimentos, dejando
que participen en la planificación del menú semanal, habrá alimentos
preferidos, alimentos que gustan poco y alimentos prácticamente odiados por el
niño.
Tener
en cuenta, que las texturas combinadas no son
la mejor opción, normalmente el
niño detecta grumos o cachitos y las rechaza (puede expulsarlas o vomitar). Las
sopas, las papillas o yogures con cachitos, muchas veces son difíciles para los
niños.
Sea
cual sea el desenlace de la comida con el alimento novedoso, se concluye la situación
de alimentación cuando toque y sin enfados.
No
debemos compensar con otros alimentos, ya comerá en la siguiente toma.
Ante
su negativa, dejamos de insistir y volvemos a intentarlo dos veces más y ya
esta.
Para
que el niño se familiarice con un alimento necesita probarlo al menos unas 15
veces y para que se produzca una habituación serian 25 cucharadas o bocados, así
que no seamos impacientes, los niños necesitan experimentar un sabor muchas
veces para incorporarlo a su gusto.
Una
buena noticia es que una vez incorporados tres o cuatro alimentos nuevos, todo
suele ir mucho más rápido.
En
el próximo articulo os comentamos más problemas respecto a la alimentación
infantil y como combatirlos.