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martes, 23 de julio de 2019

¡¡FELIZ VERANO!!



Con la llegada del verano y las vacaciones despedimos nuestro blog con la aportación de nuestro gerente Carlos Giner. Damos las gracias tanto a él por sus palabras como a todas las personas que han colaborado este año con nosotras; compañeras, mamas y papas, personal de prácticas, amigos y amigas, etc.

Esperamos que este tiempo sea un momento de descanso y de reponer fuerzas, nosotras así lo haremos para regresar en septiembre con muchas más noticias y entregas de calidad.







Llegan las vacaciones y con ellas, finaliza otro curso en el Área Educativa de APSA.

Un curso que terminamos con la satisfacción de haber llevado a cabo importantes proyectos, pero también con la ilusión de haber presenciado infinidad de pequeños grandes avances que nos han hecho crecer. Han sido meses llenos de emociones, de trabajo duro y de obstáculos que hemos superado como la gran familia que somos. Durante este año, hemos sabido evolucionar, buscando la excelencia en el servicio como meta.

Y es que, en eso, somos expertos. Expertos en hacer real lo imposible, en lograr sonrisas, en ofrecer oportunidades y en seguir avanzando para mejorar la calidad de vida de nuestras familias que confían en nosotros su más preciado tesoro.


Me siento infinitamente orgulloso de formar parte del grandísimo equipo de profesionales que hacen posible esta hazaña cada día. Un equipo comprometido y verdaderamente inimaginable que ha logrado hacer del Área Educativa de APSA un magnífico referente.

Estoy seguro de que esto es solo el principio. El próximo curso está a la vuelta de la esquina, cargado de nuevos retos que afrontaremos con compromiso y pasión. Como lo hemos hecho siempre y como siempre será la seña de identidad del Área.

Que tengáis un verano absolutamente inimaginable! Gracias por hacer posible un sueño.


Carlos Giner
Gerente de APSA





martes, 9 de julio de 2019

¿¿DEBERES?? ¡SI¡ ¡NO¡


Hola mamás y papás,
Llegadas las deseadas, esperadas e ilusionantes vacaciones de verano también van de la mano con un cierre de curso y la satisfacción de haberlo realizado y terminado, pero también con la mirada puesta en el próximo curso sintiéndose mayores y con la incertidumbre de cómo será esa nueva etapa escolar.

El esperado verano está ahí… ya ha llegado… huele a diversión, risas, acostarse tarde, helados, amigos, familia… es una época del año que invita a disfrutar, a salir, a descubrir nuevos lugares, explorar y conocer nuevos amigos que recordaremos toda la vida… en fin crecer y enriquecerse de cada momento.

También con el verano y el final de las clases llegan esos deberes que quizá algún año se nos han hecho un poco cuesta arriba pero hay tiempo para todo y es bueno que se establezcan rutinas de una manera amena y que no sea pesado para los niños y niñas.

Es muy importante que tengan un espacio para la lectura y que sean ellos quienes por sí mismos busquen esos ratitos de disfrute con un libro que les guste, pueden ir a la biblioteca o simplemente intercambiárselos con amigos y entre ellos recomendarse libros o dar su opinión sobre ellos y así animarse a descubrir las historias que se esconden detrás de esos libros.

La escritura tampoco hay que dejarla de lado durante los meses de verano, recomiendo la escritura creativa, crear historias para luego poder contarlas, podemos echarles una mano haciéndoles preguntas como ¿cuándo ha ocurrido?, ¿quién estaba presente?, ¿qué les ocurre a los personajes?, ¿dónde transcurre la acción?. Y así se dejan llevar por su imaginación creando historias o por ejemplo realizando un pequeño diario semanal escribiendo lo que más y menos les ha gustado de la semana y qué harían para mejorarlo o para cambiarlo.
Siempre intentando que sea algo atractivo para ellos, fomentar el pensamiento creativo y hacer partícipes a mamás y papás así sienten que estáis junto y les acompañáis en sus actividades de cole.



Sin olvidar que estamos en vacaciones de verano, hay que salir, conocer, descubrir, disfrutar de cada momento y vivir experiencias inolvidables que les harán crecer. ¿Qué tal madrugar para ver amanecer? ¿Jugar a las cartas o al parchís toda la familia? ¿meternos en la cocina y hacer limonada? ¿Qué tal si observamos la puesta de Sol? ¿Nos disfrazamos y montamos una obra de teatro? ¿Y si acampamos en la montaña y vemos la luna y las estrellas?,...






















Fuente: www.pequeocio.com

Pero este gran debate se agudiza a lo largo de todo el curso escolar, y periódicamente surge este dilema tanto en el profesorado como en el núcleo familiar, siendo una polémica nada actual, ya que en los años 50, el Ministerio de Educación los llegó a prohibir.

Como parte de esta comunidad educativa, y habiendo recabado muchas opiniones desde todos los ámbitos, me pronunciaré únicamente desde mi experiencia diaria, por los resultados, impresiones y comentarios tanto de mis alumnos como de mis familias, desgranando los argumentos tanto a favor como en contra.
En muchos centros ésto es una constante, y como experiencia piloto de DEBERES NO, ha habido modificaciones a lo largo de su implantación, y por supuesto detractores desde el ámbito familiar. Familias que veían que “no hacían nada” durante la tarde, y familias que por los maratonianos horarios de extra escolares, agradecían ese tiempo dedicado al ocio y recreo. Dichas modificaciones también estudiadas y valoradas desde el propio profesorado, se centraron sobre todo para aquellos alumnos que necesitaban de una atención y tiempo especial, a los que al final sí que se les mandaba un pequeño trabajo extra para casa.


Pero sobre todo este debate debería tratarse primero con un gran cambio metodológico dentro del aula, en el que el propio profesorado tendría que reflexionar sobre la dicción dentro del aula, punto de partida de este debate, Ya que en nuestra labor está el que los conocimientos y conceptos sean adquiridos dentro del horario escolar, sin que tuvieran que dedicar más que a un simple repaso, adquiriendo un pequeño hábito diario, pero sin suponer una losa para cada estudiante, sin crearle ansiedad e  incidiendo en el clima familiar, ni como elementos de desigualdad e inequidad, entre las familias que pudieran o no ayudar.

Por todo esto creo que la consideración de deberes si o deberes no, tendría que plantearse muy detenidamente partiendo de las no tan nuevas metodologías, (cooperativo, la clase invertida, aprendizaje basado en proyectos, gamificación, aprendizaje basado en problemas, etc.) que ayudarían a que con simples tareas para casa, motivarían al alumnado a seguir aprendiendo por su cuenta, pero desde un punto más lúdico, y no simples mecanismos repetitivos, haciendo de ellos los propios constructores de sus aprendizajes, haciendo de esta máxima una realidad.

“Dímelo, y lo olvidaré.
 Muéstramelo y lo recordaré.
 Involúcrame y lo aprenderé.“


Autora: Una maestra de primaria.


Fuente: www.uber.com



miércoles, 26 de junio de 2019

¡VAMOS A LA PLAYA!



Fuente: Playmobil ( https://www.playmobil.es/ )

        Muchos niños y niñas menores de 6 años y, en mayor medida, si se encuentran en el espectro autista o presentan peculiaridades en su neurodesarrollo (problemas de integración sensorial, alteraciones en la comunicación, rigidez cognitiva o intereses inusuales) pueden mostrar rechazo, rabietas o conductas inadecuadas ante lo que en teoría pretende ser un idílico día en la playa.


        Nos están dando pistas de que necesitan ayuda para registrar este lugar lleno de arena, agua y gente como un sitio seguro y placentero.

         Para empezar, debemos ponernos en la piel de una persona que jamás haya estado en la playa, para ser conscientes de la cantidad de novedades que implica: nuevos sonidos, olores y texturas, sin apenas ropa que nos proteja, bullicio, mucha gente, gran luminosidad, espacios abiertos…

         Es lógico, pues, que debamos tener algunas consideraciones previas y contar con herramientas apropiadas para que la playa acabe siendo un planazo para toda la familia.

1. Realizar aproximaciones sucesivas para conocer el entorno.

          Caminar por el paseo, bajar a la arena con zapatos, tocar el agua sólo con al mano… Se pueden realizar en días diferentes, respetando el ritmo de adaptación de cada niño.

        Acostumbrarse y reconocer los objetos que llevaremos a la playa: ir en bañador, usar las chanclas o la gorra; jugar con los cubos y la pala en la bañera, … ponerse la crema de sol.
Para el proceso de adaptación se recomiendan visitas frecuentes de corta duración.

2. Elegir para nuestras primeras excursiones un horario en el que no haya demasiada gente (primeras horas de la mañana o últimas horas de la tarde) o días de menor afluencia.


3. Mantener una actitud tranquila y segura que trasmita a nuestros hijos y nuestras hijas “el empujón” que necesitan para atreverse a vivir estas nuevas experiencias.

4. Llevar dentro de la bolsa de playa su peluche, cuento preferido o cualquier objeto que le ayude a encontrar un estado de calma y seguridad.


* El uso de tabletas o móviles nunca será la primera opción puesto que aíslan de otras sensaciones y no favorecen la progresiva integración de nuevas experiencias. No obstante, en algunas situaciones puede usarse ante rechazos importantes.


5. Anticipar el día de playa, según la edad y capacidades, mediante fotos y pictogramas que nos permitan crear una idea aproximada de lo que sucederá a lo largo de la estancia y recordarlo después. La información visual es importante porque facilita mucho la comprensión y la adhesión a nuevas rutinas, incluso para las niñas y niños que no usan apoyos visuales en actividades cotidianas.  Algunos contenidos que podemos incluir en estas historias o guiones sociales sobre la playa son:

  • Aspectos previos a la llegada a la playa: trasportes, preparación de la bolsa, ropa y complementos.
  • Actividades principales y el orden en las que las realizaremos.
  • Normas básicas para la seguridad: No correr solo, no alejarse de las toallas, no bañarse con bandera roja, poner un límite de hasta dónde me puedo meter en el agua (hasta el ombligo, por ejemplo). Es imprescindible una supervisión constante, pero facilitará la interiorización de dichas pautas de conducta.
  •  Normas de convivencia: No pisar las toallas, no tirar arena, no mojar, por ejemplo.


Se puede descargar algún ejemplo concreto en:


Para individualizar el material y ajustarse a las necesidades de cada familia podéis usar programas muy sencillos como: DictoPicto, PictoDroid Lite o Pictotraductor.


Cuando usemos cuadernos de comunicación o signos será necesario incluir aquellos que pueden ser útiles en este nuevo escenario: los juguetes de playa, la colchoneta, la sombrilla, la toalla… todo aquello que podamos precisar para potenciar la comunicación y por tanto resolver situaciones de estrés.
            Podemos utilizar, además. alarmas o un “time timer” para marcar el final de una actividad y favorecer la transición hacia la siguiente. Hay aplicaciones gratuitas tanto para Android como Apple (Visual Timer
                Familiarizar mediante cuentos o capítulos de dibujos animados que sean significativos para ellos. Por ejemplo:

      - La patrulla canina en la playa. https://www.youtube.com/watch?v=1JsULYoU358
      - La casa de Mickey Mouse. La playa  https://www.youtube.com/watch?v=t2wyr0Wn4sU

 

            En otras ocasiones, podemos detectar dificultades concretas para disfrutar de la playa, las más frecuentes son:

1. No tolera el contacto con la arena

En general, promover actividades en las que vayan aceptando distintas texturas sobre el cuerpo. Tener en cuenta que las áreas más sensibles suelen ser las palmas de las manos y las plantas de los pies.

Algunas ideas pueden ser: amasar plastilina, pintura de dedos, slime, meter la mano en recipientes de arroz, garbanzos o arena. Caminar sobre distintas superficies sin zapatos: moquetas, colchonetas o hierba.

Familiarizar con la arena fuera de la situación de playa:  llevar arena a casa para amasarla o andar sobre ella, encontrar dentro de un cubo de arena piezas de lego, mezclar con algas, conchas o piedras. En cualquier juguetería podemos encontrar sets de “arena mágica” con la que aumentarán su experiencia sensorial.

Fuente: BioGuía ( https://cutt.ly/3hY55N )

2. Hay niños y niñas que no toleran sentirse “manchados” por lo que pueden agobiarse tras unos minutos en la arena. Para ellos podemos empezar llevando esterillas o toallas muy grandes en las que podamos jugar sin mancharnos y después ir incluyendo actividades placenteras con la arena: llenar el cubo, hacer un agujero, esconder los pies, masajes de arena y finalmente rebozarse como una croqueta.

En casos en los que se muestre gran resistencia se puede empezar llevando neoprenos que reduzcan la zona de contacto, zapatillas tipo escarpines o guantes ligeros.

3. Se come la arena de la playa

En el caso contrario, no sólo no les disgusta la arena si no que les gusta masticarla e incluso tragarla. Para evitar esta costumbre podemos ingeniarnos algunos trucos:

Enseñar cosas divertidas qué hacer con la arena: moldes con figuras divertidas, hacer agujeros, llenar los cubos, hacer tartas y por supuesto, muchos castillos.


Llevar sus mordedores colgados del cuello, favoreciendo que lo lleve a la boca en lugar de la arena.

                  Fuente: http://combesfam.blogspot.com/ 

4. No quiere bañarse en el mar

En muchas ocasiones, aunque les guste mucho el agua de la bañera o las piscinas, muestran fobia del mar. Quizás necesiten algo más de tiempo para familiarizarse con el sabor salado o el vaivén de las olas.

Hacer un agujero grande en la orilla o llevar una piscina hinchable y llenarlos de agua de mar será una buena iniciación.

Es conveniente empezar a familiarizarse entrando de espaldas (sin mirar hacia el horizonte) pues reduce mucho la sensación de inseguridad.

A algunos niños o niñas les resultará más agradable entrar al mar con unas zapatillas de agua.

5. Le encanta el mar y no tiene conciencia de peligro

Incluso en los casos que necesitamos un periodo largo de familiarización con el mar, lo normal es que acabe siendo el elemento preferido de la playa.

Muchas veces el problema acaba siendo como evitar que se aleje más de lo conveniente de la orilla. Por supuesto, lo primero es la seguridad y la supervisión constante, en algunos casos será necesario coger a la niña o al niño desde la muñeca o alguna parte del traje de baño.


Realizar una historia social en el que se fijen las normas del baño: siempre con un adulto, no quitarse el chaleco o no avanzar cuando el agua lleve al ombligo.

Es interesante anticipar visualmente que no todos los días que se vaya a la playa se podrá bañar, enseñando a mirar las banderas. Al respecto os recomendamos esta dirección: https://slideplayer.es/slide/1022999/

6. Le encanta el agua y no tolera esperar para iniciar el baño

Es frecuente que si guste el mar, pero sea difícil mantenerse en la arena y esperar a que sea el momento apropiado.
Para mejorar esta tendencia que puede complicar mucho un día de playa, os damos las siguientes ideas:
        - Planificar el ritmo y secuencia de las actividades y presentarlo mediante pictogramas de forma anticipada (en un cuento leído desde días antes, en un llavero de pictogramas).
    - Generar juegos compartidos en la arena, con palas y pelotas, cubos, moldes, camiones o volquetes…. dando alternativas divertidas que puedan competir con el momento de baño.
       - Usar el “Time Timer” o cualquier alarma para avisar del momento en el que comenzará el baño.

7. Tiene necesidad de explorar, y quiere recorrer toda la orilla

Ante un espacio amplío y diáfano muchas niñas y niños les resulta fascinante correr grandes distancias. Para evitar que se convierta en una costumbre que dificulte acudir en familia a la playa, os recomendamos:

  • Ayudas visuales para que sepan que comportamientos se espera, cuáles son las conductas alternativas.
  • Playas pequeñas o de piedra donde está conducta sea más sencilla de prevenir.
  • Límites con apoyos visuales que indiquen el margen de playa en el que se pueden mover (para niños más mayores).



                Paciencia, tiempo, recursos ajustados a la capacidad de comprensión de cada persona con autismo y mucho optimismo, son algunas de las claves para que toda la familia acabe disfrutando de una salida a la playa.

                Desde APSA os deseamos un gran verano, en la playa, en la montaña o en casa pero disfrutando de vuestros hijos y vuestras hijas después de los esfuerzos realizados durante el curso.

Autoras:

Ana Miranzo Gambín. Logopeda. CDIAT – APSA  Alicante

Paz García Martínez. Técnico  Audición y Lenguaje. CDIAT – APSA  Alicante

Referencias:

- Alcantud,  F.,  Rico,  D.  y  Lozano,  L.  (2012). Trastorno del espectro autista. Guía para padres y profesionales.  Valencia: Centre  Universitari  de Diagnòstic i Atenció Primerenca.

- Baixauli, I. y  Roselló, B. (2018).Trastorno del Espectro Autista. Una guía para las Familias. Valencia: Generalitat Valenciana. Conselleria d’Educació, Investigació, Cultura i Esport

- Bodashina, O. (2007). Percepción sensorial en el autismo y síndrome de Asperger. Ávila: Autismo Ávila.

- Cornago, A. (2013). Manual del juego para niños con autismo. Del cucutrás al juego simbólico. Valencia: Psylicom

- Garrigós, A. (2012). Historias sociales activas para Síndrome de Asperger. Valencia: Psylicom

- Grandin, T. (2006). Pensar en imágenes. Mi vida con el autismo. Barcelona: Alba.

- Hodgdon, L. (2002). Estrategias visuales para mejorar la comunicación. Quirk Roberts Publi-shing.

Enlaces de interés:

- Portal Aragonés de la Comunicación Aumentativa y Alternativa: http://catedu.es/arasaac/
- Asociación Navarra de Autismo, ANA. Historias sociales: 
http://www.autismonavarra.com/materiales-y-enlaces-de-interes/historias-sociales-autismo/

Acceso a las herramientas nombradas:


jueves, 13 de junio de 2019

¡POR FIN DE VACACIONES! ¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?




¡POR FIN DE VACACIONES! ¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?

    Llega el verano, y con él, el tiempo libre y menos obligaciones que nos marquen un ritmo y unas rutinas en las que mantener ocupados a nuestros niños y niñas.

  Se dan además situaciones en las que normalmente nos manejamos solos, mientras están en el cole o en sus actividades extraescolares. Pero ahora hemos de compartirlas, como realizar las tareas del hogar, ir de compras, hacer algún viaje, etc.
     Muchas veces son muy imaginativos y se entretienen solos, pero otras se cansan de todo, “me aburro” nos suelen repetir a menudo o simplemente se limitan a ocupar todo su tiempo en juegos poco creativos, como las videoconsolas o en ver la tele.

   Si bien es verdad que  no tienen por qué estar todo el tiempo jugando, debe haber algún ratito de trabajo escolar, para que no quede todo en el olvido y no se pierdan hábitos, tiempo para el descanso, momentos en los que colaborar en casa…también es cierto que si les hacemos las propuestas de una forma divertida, lúdica, será más fácil que consigamos su motivación y su colaboración.

   Aquí os hago algunas propuestas que tal vez os ayuden a disfrutar un poco más del verano junto con los más jóvenes de la familia:

                Juegos para viajes.

   Aunque el salir de viaje suele ser algo que toman con muchas ganas, pronto empezarán a preguntar “¿cuándo llegamos?”. Puede que hayamos recurrido  al DVD o videojuegos, también sería interesante llevar algunos cuentos, teniendo siempre en cuenta su edad e intereses. Para los más pequeños y pequeñas les gustarán aquellos que tengan muchas imágenes. Nos vendrá bien para algunas propuestas alguna pizarra mágica o de las que se borran incluso con la mano (tipo Veleda).
  Los juegos más prácticos en los viajes son los juegos de observación, como el veo-veo, conocidísimo por todos. Podemos inventar variantes para adecuarlo a la edad o seguir suscitando interés, en lugar de “veo una cosita que empieza por…”, podemos decir “que es de color…”

  También podemos cantar, acompañándonos de CDS o con canciones que conocen. Será divertido cantar la misma canción con una sola vocal, o eliminando una palabra, o decir una palabra y cantar todas las canciones que se nos ocurran.


    Algo que da mucho juego son las matriculas de los coches, en las que podemos encontrar letras y números, con los que hacer combinaciones para buscar una cifra o palabra. Las reglas las ponemos nosotros y las podemos ir cambiando para seguir generando interés. Por ejemplo, decid nombres de personas con las letras de la matrícula del coche que llevamos delante, o hacer frases con las palabras que hemos formado. Con los números podemos intentar buscarlos correlativamente, primero buscar el uno, después el dos… o bien, haced operaciones para encontrar una cifra dada, por ejemplo, si la matricula es 0375, y el número que buscamos es el 2, tendríamos que hacer 3+7=10:5=2. Para estos juegos nos vendría bien la pizarra. También podríamos llevar unos cartones, tipo lotería, en los que tacharían los números que iríamos encontrando. Alguien podría ir “cantándolos”. 
   Otro juego mientras viajamos, sería el reconocimiento de la marca del vehículo, habrá que intentar adivinarlo desde que lo vemos de lejos, cuanto antes mejor.

   Tanto si vamos en transporte como si vamos paseando, otros juegos que entretienen son, por ejemplo, una vez que hemos llegado a una ciudad, localizar monumentos, edificios, plazas o calles que nos ayuden a conocer la historia de esa ciudad. También podemos hacer una lista de los edificios típicos que podemos encontrar: ayuntamiento, centro de salud, colegio, mercado…para que vayan tachando según los encuentran, también pueden apuntar el nombre de la calle en que lo han localizado.
    Otro juego, mientras paseamos o esperamos en una vía pública, es el “Busco, busco”, es una variante de “Coche amarillo”. Cada vez intentamos localizar un objeto o característica (carrito de bebé, pelota, persona con barba, móvil, sombrero, etc.). Habremos de explicarles  que mostraremos lo que hemos encontrado con discreción, dando datos de dónde se encuentra, sin señalar, para no ofender a nadie.

                Juegos en el restaurante.

    Otro momento que a veces se les hace eterno a los más peques es mientras esperan a que les sirvan en el restaurante. Un lugar además, en el que no conviene que se muevan mucho. A fin de que la espera no sea muy larga, trataremos de evitar las horas en las que los restaurantes están más concurridos, acudiendo un poco antes siempre que sea posible. Podemos jugar a cualquier juego verbal o de observación, adivinanzas, chistes, veo-veo, ni si ni no…

    También  podemos realizar juegos de papel y lápiz. En ocasiones podremos utilizar el mismo mantel, pero en otras no, por lo que sería muy práctico llevar a mano unos pequeños blocs de notas y algunos lápices. Con ellos podemos jugar al ahorcado, tres en raya, muy conocidos por todos.
     El juego de los nombres o “Arriba el lápiz”, consiste en elaborar una lista de nombres de personas, comidas, animales, lugares…y completarla con la inicial que se elija al azar. El que primero termine dice “arriba el lápiz” y el resto de participantes dejan de escribir. Se puntúa según si la palabra escrita la tiene uno o más.

      Dibujando, trataremos que el resto adivine lo que estamos haciendo. Podemos complicarlo tratando de explicar mediante el dibujo el título de una película, lo que vamos a hacer, algo que nos gusta, una profesión, etc., a modo de jeroglífico.
    También podemos pedirles a todos los participantes a un tiempo que dibujen algo con los ojos cerrados, a ver quien consigue mayor parecido con la realidad, o repetir un dibujo varias veces, tres niños, cuatro árboles… ¡Cuidado con el mantel si es de tela!


                Juegos en el supermercado
  
   Siempre que la edad de los niños y las niñas, la extensión del supermercado y el número de clientes lo permitan, podemos hacer algún juego para que la ardua tarea de ir de compras les resulte más amena e interesante, y así además evitar en alguna medida el comprar demasiadas cosas innecesarias.
 
    Nos repartiremos la lista de la compra y cada uno cogerá una cesta, nos separaremos para buscar individualmente lo asignado. Nos vamos viendo y preguntando qué tal va la cosa, podemos ayudarnos o cambiarnos algún producto que no localicemos para una mayor colaboración. No se trata de competir, sino de tardar menos tiempo para seguir con algo más divertido, ¡somos un equipo!
  Con los más pequeños les podemos simplemente pedir colaboración para llevar la cesta o colocar las cosas cuidadosamente en el carro o preguntarle junto con qué otros productos podemos encontrar el que buscamos.
    Mientras esperamos para la caja de fila única, podemos tratar de adivinar en cuál nos va a tocar.
    También pueden ser ellos quienes elaboren la lista de la compra y después, los encargados de ir tachando.
   Algunas grandes superficies disponen de carros en los que los peques pueden ir cómodamente sentados, mientras ojean algún cuento o se entretienen con algún juguete. Incluso los catálogos podrían servirnos para distraerles.


                Juegos al aire libre

   El verano nos permite realizar más actividades al aire libre, algunas de ellas también las podremos realizar en el interior, siempre que haya espacio suficiente.


    Juego de “Frío y caliente”, consiste en esconder un objeto, los demás lo buscan mientras se les va dando pistas de su proximidad con las expresiones, frío, caliente, templado, te quemas…Una variante sería esconder algo que tenga sonido, como un reloj, o un musical.
    A explotar globos, se le ata a cada niño un globo al tobillo, deberá evitar que le exploten el suyo mientras explota los de los demás.
  Ya que a los niños les gusta tanto moverse, podéis organizar carreras, de sacos, de obstáculos, imitando a algún animal, por parejas, de relevos, con cada pie en una caja de zapatos, etc. Seguro que ellos os siguen dando ideas.
    Tirar de la cuerda: atamos los extremos de la cuerda y cuatro participantes la sujetan formando un cuadrado. Detrás de cada jugador, a unos dos o tres metros se clava un palo, pala o similar, en la arena. Cada niño o niña debe ocupar su posición en una esquina del cuadrado y tirar de la cuerda hasta conseguir tocar su palo.
    La danza del árbol: en el campo, se busca una zona donde los árboles estén muy cerca unos de otros. Cada participante se coloca junto a un árbol, excepto uno que grita “cambio” para que los demás se muevan y él buscar un árbol libre. Paga el que se quede sin árbol.
    Pelota esponja: llenamos dos cubos de agua y los colocamos separados a unos 18 metros de distancia, a modo de canasta como en el baloncesto. Los jugadores deben formar dos equipos. Los participantes del mismo equipo se van pasando la esponja hasta conseguir meterla en el cubo del equipo contrario y ganar un punto.
   Con dos cajas como porterías y una escoba para cada participante, podrán hacer un partido de “Fútbol escoba”.
   Disfrutarán mucho usando tizas gruesas para hacer bonitas creaciones, pintando sobre el suelo o en alguna pared en la que tengamos permiso.
     ¡Y cómo no, las refrescantes guerras de agua!,  nuestras armas serán cubos, botellas de spray, globos, pistolas de agua, etc. si las hacemos sobre un jardín, además estaremos dando de beber a las plantas.


                Juegos de creatividad

     En este tipo de juegos no hemos de buscar la perfección, se trata de disfrutar haciendo. Siempre podemos simplificar la actividad para que el resultado sea positivo y contribuya a mejorar la autoestima de cada participante.
    De nuestras excursiones, playa, campo, montaña…recopilaremos diversos materiales como arena, caracolas, piedrecitas, hojas, etc., con los que realizar en casa collages, decorar cajas o hacer portarretratos. Esta actividad también la podemos realizar con elementos que encontremos en casa, como diferentes tipos de pasta o legumbres, botones, tapones, etiquetas…
 Pintar piedras resulta muy divertido y económico, aprovecharemos las formas de las mismas para sugerir animales, caritas, insectos. Si encontramos varias del mismo tamaño, decorando igual tres y tres, obtendremos un bonito “Tres en raya”.
     Si rallamos tizas de colores y las mezclamos con arena o sal, nos servirá para rellenar pequeños recipientes transparentes con la ayuda de un embudo, combinando diferentes capas de colores.
   Es muy interesante enseñarles que pueden ser creadores de sus propios juguetes, a partir de elementos que normalmente desechamos.
     Será muy fácil construir un juego de bolos utilizando botellas de agua o yogur líquido. Las rellenaremos, por algo menos de la mitad, de arena, para que pesen un poco. Para decorarlas utilizaremos témperas o pegatinas. Taparemos el orificio con un trozo de globo o plástico y cinta adhesiva.
    A un recipiente de yogur vacío,  le haremos un orificio en la base y pasaremos un cordel, en el otro extremo del cordel colocaremos un tapón de corcho o una bola de papel bien comprimido y reforzado con cinta adhesiva. Tendremos así un “bilboquet” al que colorearemos o pondremos pegatinas para que quede más bonito. El juego consiste en colar el tapón o bola, dentro del bote de yogur con un ligero movimiento.



        En todos los juegos habremos de tener en cuenta:
        - la edad de los niños/niñas
        - el lugar en el que nos encontramos
        - si estamos solos o hay más gente
       - qué queremos conseguir: que se relajen, que se muevan, que no se les haga larga la espera…
        - su tiempo de atención, cortando el juego o cambiándolo en el momento que empiece a decaer
       - que favorezca, preferiblemente, la cooperación en lugar de la competitividad
       - dosificar las propuestas y reservarnos siempre alguna.
       - intentar sorprender.

Si practicáis algunos de estos juegos veréis que fácil es que se os ocurran otros nuevos, otras ideas y otras propuestas.

Autora: Yolanda Baldó Cantó.
Tec. Atención Temprana CDIAT-APSA, en San Vicente del Raspeig.

Yolanda Baldó, pedagoga y animadora,  trabajadora de APSA como técnico de atención temprana, decide acercarse un poco más al mundo infantil y seguir compartiendo experiencias a través de DIVERLANDA ANIMACIÓN, desde septiembre de 2012.

Comparte cuentacuentos que educan y trasmiten valores, con temáticas como la diversidad, la igualdad de género, la amistad, el reciclaje, los hábitos alimenticios, los cuentos tradicionales..., y que combinan instrumentos y técnicas variadas, como el clown, las marionetas, las pompas, la narrativa, la expresión corporal, la música, etc. Introduce en los cuentos elementos elaborados artesanalmente que, además de atraer la atención y apoyar la puesta en escena del cuento, se muestran con el fin de incentivar al niño y niña a ser creativos.

El público infantil es parte activa del cuento, dándole un papel participativo, a través del cual, hace que no decaiga la atención y se inmersa en él haciendo uso de su imaginación. 

DIVERLANDA ANIMACIÓN lleva cuentacuentos, animación, talleres creativos, espectáculos de pompas y más, a librerías, bibliotecas, colegios y fiestas particulares. A través de su página de Facebook se puede estar al día de todas sus actividades.


miércoles, 29 de mayo de 2019

DESCIFRA EL ENIGMA



BIOGRAFIA

Lorena Orobiogoikoetxea Harman, mamá de Arei. De madre inglesa y padre vasco, amante de la poesía y literatura contemporánea. Auxiliar de geriatría y gerontología, la cual pudo ejercer brevemente, debido a la dedicación necesaria para la crianza de su hijo, 24 horas los 7 días de la semana, enfrentándose a este reto llamado autismo.
Arei nació en el hospital de Villajoyosa (Alicante), donde reside con sus progenitores y asiste a educación infantil. 
28 de mayo de 2019


DESCIFRA EL ENIGMA



Arei nació un 24 de diciembre, siendo un niño muy deseado y querido desde el primer momento. Siempre supe que sería especial, supongo que como cualquier madre o padre.  Lo que no sabía, de qué forma lo sería.



No sabía que ese día, también nacía en nosotros una fuerza, la cual nunca sospechamos que tendríamos. La maternidad y paternidad no es fácil, siempre será una lucha, pero no sabíamos la magnitud de esa lucha, hasta ya inversos en ella.

Tuve un embarazo y parto bueno, sin complicación alguna (quitando las típicas nauseas que muchas mamás hemos podido experimentar durante el embarazo y una ligera anemia).

Nuestro hijo tuvo un desarrollo normal, incluso adelantado para su edad. Recuerdo las visitas al personal sanitario, eran todas favorables era un niño muy vivo, despierto, y risueño, a pesar de su semblante serio.

En seguida cogió fuerza y se sentó, gateaba, jugaba, sonreía, y podría decir que había una atención compartida, por así llamarlo.

Recuerdo que le decía: ¿Estas malito? Y él, con una gracia picaresca, tosía fingiéndolo estar, imitaba pedorretas y podíamos pasar un día riéndonos mientras las hacíamos. Siempre su punto débil fueron las cosquillas.

Arei fue un niño muy movido eso implicaba a que no descansara ni durmiera nada y si lo hacía, no era lo suficiente ¿Pero que bebé no da noches de jaleo y desvelo?

Era muy llorón, la verdad, incluso era un llanto desesperante y a veces insaciable e incansable. Nada que otras madres y padres no nos advirtieran.

Llegó a decir algunas palabras como papá, tete, agua, oye, tú...
Comía como si no hubiera un mañana, platos rebosantes de puchero, verduras… le encantaban por ejemplo, los aguacates. Era un niño que daba gusto ver comer, de esos que cualquier persona desearía tener como nieto, en toda regla.

Siempre mostró una cierta irascibilidad a la hora de, cortar sus uñas o cabello, cambiar de ropa/calzado o incluso de pañal .Sentíamos que nos podían homologar una titulación en adiestradores de caimanes, del esfuerzo que suponía. Pero nada que viéramos fuera de lo normal, o al menos, eso nos decían…


Seguidamente Arei se levantó, ando y corrió, con 11 meses.



Parecía que cada día me convertía en menos indispensable para él. Al poco tiempo de cumplir su primer año, su sueño seguía siendo inestable e intermitente, a la vez que el niño saltaba constantemente e incansablemente.

Trepaba, giraba sobre sí mismo sin llegar a marearse, andaba de puntillas, chocaba contra nosotros acompañado de una risa nerviosa y muchas veces reía solo.

En ese momento no sabíamos el por qué, pero sí sabíamos que era una carcajada muy contagiosa y la mayoría de nuestros recuerdos era riéndonos.

Dejó de decir las palabras que decía, para pasar a emitir ruidos repetitivos, redoblaba silabas sin ningún sentido. Y gritos, ya fuese para manifestar enfado o mismamente alegría, la mayoría eran gritos desoladores.

Y de comer tan bien como lo hacía, la hora de la comida pasó a ser una gran pesadilla, en la que rechazaba todo, sintiéndose incluso angustiado y llegando a apartarme de su lado. Esto era algo que en su día, nosotros asociábamos con el calor, la salida de los dientes, etc.…

No era capaz de comunicarse, pero tampoco parecía comprenderme. No atendía a ordenes básicas o contestaba a mis preguntas, en resumen parecía no hacerme caso. Empezó a golpear su cabeza o rodillas contra superficies duras (paredes, el respaldo de su carro, el mismo suelo.) E incluso buscaba mis huesos para poder golpearse contra ellos y lograr esa intensidad, para él necesaria y la que no parecía dolerle. Nos dolía más a nosotros emocionalmente que a él físicamente.

La sensación en su rostro mientras se golpeaba, parecía placentera. Pero no era una búsqueda de interacción social, era una forma de saciar ciertos estímulos. Ya que en cambio por cualquier contacto físico mostraba desagrado, llegando a tener reacciones desproporcionadas, como si le causaran daño.
Las exploraciones del personal sanitario siempre fueron un caos, debido supongo a lo anterior mencionado. Empezó un frenesí que yo llamaba “rabietas” que podían durar noches enteras, incluso a veces, días…

Sus cambios de humor era otra de las cosas que también observamos. Cuándo empezó a andar, recuerdo sus tardes de parque en las que podría pasar el día llamándole por su nombre, sin contestarme tan solo una vez o simplemente girase su cabeza, pero si pasaba una moto corría despavorido. Como si le asustaran los ruidos altos.

Se pasaba el rato buscando piedras y limpiando las escaleras que los otros niños manchaban según pasaban al tobogán. Corría sin mirar atrás y no parecía tener ninguna noción sobre el peligro.

Era un hábil y habitual escapista, no se le resistía ningún paso de cebra, carretera… Buscaba zonas altas donde poder hacer el salto del ángel y ahí, más me valía de correr… porque era y es, rapidísimo.
Se negaba a ir de mi mano. Y muchas veces era incapaz de salir de su carro, solamente lo hacía en sitios donde hubiéramos estado antes o se sintiera cómodo, o incluso atraído por algo del entorno.

Me llamaba la atención este hecho, su desinterés por sus iguales.




También que su contacto visual fuese esquivo y durara apenas 5 segundos, cuando luego podía permanecer absorto mirando algún objeto .Era muy evasivo a la hora de tener algún tipo de contacto social, además, parecía no gustarle en absoluto los besos o abrazos. Veía como no desarrollaba las habilidades sociales propias de su edad, igual que la comunicación… Si se fijaba en algún niño o niña era porque tenía algún objeto que había captado su atención.

Igual que en el parque, en casa todo debía tener un respectivo orden, pareciéndome curioso, que siendo tan pequeño, le diera tanta importancia a tener todo ordenado y eso conllevaba a una rigidez extrema.

Desde un cojín mal posicionado, una funda de sofá o un cuadro torcido, hechos que para un niño pequeño, era algo extraño. Otro ejemplo era, cuando dejábamos apoyados nuestros abrigos en algún sitio que no era el suyo, el rápidamente nos lo daba para que lo guardáramos en su lugar.

No había forma de que se viera sucio o mojado, era algo que también le irritaba bastante. Siempre lo describimos como un niño, hasta hoy, meticuloso.

Empezó a tirar de mi mano, para conseguir todo aquello que no estaba a su alcance, me sentía un extensor de aquello que no lograba obtener por sí mismo. No era capaz de señalar o decirme sí o no. No tenía intención comunicativa verbal.

Tampoco poseía un lenguaje no verbal (es decir, corporal), algo que tampoco ayudaba a la hora de entendernos, pero sí hacía que su frustración fuese mayor.

Cuando no llegábamos a saber a qué se refería, empezaban nuevamente esas “rabietas interminables”.
Siempre quería que permaneciese en la misma habitación de la casa con él, pero no que participara en lo que hacía él. Como si quisiera que mi figura estuviera presente, pero sin ninguna finalidad…

Prefería estar absorto en sus rituales como abrir y cerrar cajas, saltar, correr de un lado a otro, trepar todo lo que estaba a su alcance, lanzar sus juguetes a los que no les daba un uso funcional…

No desarrollaba el juego imaginativo ni simbólico, además, según crecía, disminuía esa atención compartida, parecía sentirse invadido al tocar sus cosas e incluso tenía un perímetro personal.




Por la calle parecía memorizar todos los caminos recorridos hasta entonces y era como una especie de patrón de calles.

Si no íbamos por el camino que él quería, nuevamente teníamos aquellos “berrinches”.
Como madre, había varios factores que me alarmaban, que me decían que algo estaba pasando y se me escapaba, así como su hiperactividad insaciable, me parecía que había ligada una ansiedad. Era incapaz de permanecer sentado un segundo.

En una de las citas a la pediatra, según transcurría su primer año, le comenté estos aspectos mencionados con anterioridad, y que tanto me preocupaban, pero no le daban la importancia que yo consideraba, como la mayoría de nuestro entorno. Todas las personas que conocíamos lo normalizaban y asociaban a que no era más que un niño inquieto, que necesitaba reconducir la conducta.

Pero mi instinto me seguía mandando esas señales de alerta.
¿Cuántas veces grité mis dudas? ¿Cuestioné su desarrollo? ¿Cuántas noches sin dormir, dándole vueltas a todas sus conductas?

Y recuerdo con que naturalidad restaban importancia a nuestros miedos, y junto a ello sentíamos que nos daban la espalda, sobre todo a nuestro hijo.

Con respuestas tan típicas como: Ya hablará, el hijo de mi prima también lo hizo…, ó todos los niños son de mal comer, deja que pase hambre… Ya crecerá y se le pasará…, ya dormirá, que no será para tanto, cada niño lleva su ritmo…

Para luego, estas mismas personas decirnos: ¡PUES NO TIENE CARA DE ELLO! ¡NO SE LE NOTA NADA! Refiriéndose a su condición.

Disminuir un problema que existe solamente te evade de la realidad y luego, la caída duele por doble.
En una visita, rondando los 13 meses, a su pediatra, fue por primera vez testigo de los golpes que se procesaba mi hijo. Entre gritos de desesperación, por otra de sus exploraciones, oía murmullos entre pediatra y enfermero. Miradas que no me dieron buena espina.

Al momento, su pediatra sacó un cuestionario que se hizo eterno. ¿Su hijo la imita? ¿Tiene contacto visual? ¿Responde a su nombre?

Pensé que dicho cuestionario era parte del proceso de esa revisión, pero no. Seguidamente escribió un volante en el que ponía: sospecha TEA, y en seguida se nos informó que se derivaba a neuropediatría, a USMI  y a Atención temprana. En esos momentos, esas palabras me angustiaban, empecé a desconectar, todo aquello me sonaba a otro idioma.

Salí de allí incrédula pero derecha a dejar el volante en la dirección que me dieron.
Esperamos ansiosos las llamadas de los especialistas, mientras me consolaba repitiéndome una y otra vez, que los médicos a veces se equivocan y ésta, era esa vez.

Según pasaban esos días de espera, me obsesioné con las preguntas del aquel test que nos pasaron, según rondaban en mi cabeza mirábamos a nuestro hijo y muchas de ellas nos las confirmaba él mismo con alguno de sus comportamientos.

Había cosas que ni había imaginado que podrían ser características de este diagnóstico… Cada día me convencía más de ello, pero antes que el autismo, existe el mito que lo rodea, y reconozco que yo, fui la primera que tenía esa idea preconcebida de aquel niño aislado meciéndose.

Llegó la cita con el neurólogo y nosotros repletos de preguntas, pero él parecía tener muchas más para nosotros, siendo éstas las que sirvieron para confirmar aún más nuestra sospecha. ¿Pero mi hijo tiene TEA? recuerdo que le pregunté, pero sin respuesta por su parte, siendo algo que acabamos sabiendo por nosotros mismos. Empezaron las pruebas partidas por el protocolo, cosa que agradezco. Nos descartaron comorbilidad, pero seguía sintiéndome confusa, desamparada y sola…

Para nuestro hijo fue una experiencia terrible, y nosotros no sabíamos cómo abarcar todo esto que se nos venía encima, de golpe, era algo que nos superaba.

Queríamos y deseábamos entender a nuestro hijo y que mejor sabiendo con exactitud que le ocurría. Necesitábamos comprender.

Empezamos a informarnos, leer, estudiar, indagar en profesionales que pudieran guiarnos para saber a qué nos enfrentábamos.

No teníamos tiempo de compadecernos, ni preocuparnos, sino de ocuparnos. Porque lo importante no era lo que sentía yo como madre, o mi pareja como padre, sino lo que de verdad importaba era mi hijo. Y nos pusimos a ello. Al tiempo recibimos la llamada de atención temprana, profesionales que nos dieron las pautas necesarias para abarcar esta aventura. Estrategias para abordar los retos del día, adaptar nuestro entorno a sus necesidades. Que pudiera conectar con el entorno, personas, objetos…

Y fue allí, donde nos dieron el diagnóstico, y he de decir, que fue el empujón para tomar la iniciativa en estimular a nuestro hijo, con unas terapias individualizadas y personalizadas, basadas en su perfil.

Ahora puedo decir que la clave es crear una base en casa, y así todos los esfuerzos acabarán sabiendo a logros. Y por supuesto, algo imprescindible, una intervención precoz. Es lo que hará que a cualquier niña o niño cambie su futuro, pues diagnóstico no es pronóstico. También debemos de comprender que están marcados por la híper/hipo sensibilidad y no por la indiferencia.

Los niños y niñas con autismo no viven en su mundo, sino que perciben lo que les rodea de una forma más rápida e intensa, que conlleva a esa sobrecarga, necesitando sus propios tiempos y espacios.         
                         
Que la ignorancia no es bonita, si no dañina. Estamos tan acostumbrados a lo común que cuando algo se sale de lo normal nos asusta.

Y de eso trata la vida de poder aprender a verla desde distintas perspectivas.

Agradezco que antes de creer en nadie creímos y creamos en nosotros mismos.