¿Por qué como madres y padres nos da tanto miedo esta frase?
Parece que cuando nuestro niño o nuestra niña se aburre
tenemos la necesidad imperiosa de conseguir todo lo contrario, y con ganas o
no, con energía o sin ella, nos levantamos, dejamos lo que estamos haciendo y
le proponemos mil y una cosa para que se
entretengan / diviertan.
Cuando en realidad, lo que nos molesta por un lado, es que
pudiendo disponer de tantas, tantísimas cosas no sean capaces de elegir una
sola, y ponerse a jugar un buen rato. Y por otro, que no sean capaces de seguir
aprendiendo, seguir formándose, seguir “sabiendo más”.
Es un error pensar que la infancia es una carrera
enloquecida, a la vez que frenética para poder entrar en una universidad de
primera. Nos debemos preguntar si lo que estamos escondiendo con esta visión,
tan actual, son nuestros propios anhelos no cumplidos.
Sin duda, en los colegios, en la enseñanza en general,
deberíamos promover el dejar más margen a la creatividad, al juego y al
descanso, ya que son necesidades básicas en el desarrollo personal. Es una
época donde es necesario incorporar tiempos
no dirigidos Si no, ¿en qué se convierte el objetivo de la educación?
Nosotros debemos convertirlo en animar a las niñas y los niños a que tengan
iniciativa, que experimenten vidas variadas y distintas, que anhelen pasión y
alegría por aprender, debemos ayudarles a encender su propio fuego en los
estudios.
Por otro lado, es importante diferenciar los momentos del
aburrimiento. Si nos encontramos con nuestro hijo o nuestra hija como única
persona pequeña en un entorno de adultos, con conversaciones de adultos y
sobremesa larga, donde los diálogos desembocan en temas alejados para ellos,
podemos ver aquí como el aburrimiento es una imposición, puede ser la única
opción donde debemos acompañar a nuestra hija o nuestro hijo, ofrecerle
conversaciones a su alcance, distanciarnos del grupo o bien introducirlo a él o
a ella con conversaciones a su nivel.
Si cambiamos de situación, y nos encontramos en la playa,
monte o en el parque podemos invitarle a sentarse, tumbarse, observar donde se
encuentra, hacerle consciente de ese momento. Observar qué tenemos cerca,
lejos, qué siente, qué huele, en definitiva, que tenga conciencia plena.
En cambio si nos encontramos en casa, es importante que no
rellenemos sus tiempos. Podemos explicarle que el cerebro necesita un descanso,
un tiempo para liberar la tensión del día de hoy y de los días atrás donde no
hemos parado. Es importante buscar la tranquilidad del momento y no activarlo
ofreciéndole “cosas para hacer”.
Una visión errónea sobre el aburrimiento, que tenemos todas
las personas y que quizá es la sociedad actual la que nos lo transmite de forma
indirecta, es el pensar que cuando no hacemos nada nos sentimos mal, porque
interpretamos que estamos perdiendo el tiempo. Cuando en realidad el no hacer
nada, el aburrirnos puede tener sus beneficios, como:
- Estimula la creatividad, la creatividad es una capacidad
innata, somos creativos desde el nacimiento, pero con los años si no lo
ejercitamos la vamos perdiendo.
- Genera curiosidad, podemos aprender a divertirnos con
nuestros propios medios, o generando otras alternativas de acción/juego.
- Oxigenas el cerebro, el tiempo de no hacer nada libera al
cerebro de acción.
- Combates la adicción a estar conectado “a estar haciendo
algo todo el tiempo”, no necesariamente tecnológicamente.
- Puedes adquirir “atención plena”, si consigues enfocar la
atención en el presente y conectar con tu interior.
- Descansas y recuperas energía.
- Puedes disminuir tu estrés, si te encuentras en un momento
de hacer frente a mil y una tareas.
Por eso es necesario explicar para qué sirve el aburrimiento
y qué podemos hacer con él. Si somos capaces de enseñar a verlo como algo
positivo, veremos que sirve para crear, para construir mejor y para “parar”
cuando lo necesitemos, sin llegar a sentirnos mal, ni culpables por ello, al
ver y reconocer las posibilidades que nos ofrece.
Recuerda… no hay nada más aburrido que tener las necesidades
cubiertas.
William Blake, sintetizó la infancia en unos versos
célebres:
“Ver un
mundo en un grano de arena,
Y un
cielo en una flor silvestre,
Sostener
el infinito en la palma de la mano
Y la
eternidad en un ahora.”
Bibliografia:
Cuenta Contigo. Patricia Ramírez.
Bajo presión. Como educar a nuestros hijos en un mundo
hiperexigente.
Carl Honoré
Educar al niño en edad escolar. Chistopher Green
Todos los niños pueden ser Einstein. Fernando Alberga
Autora: Ainhoa Aguado García Tec. Estimulación Temprana
CDIAT Alicante
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