¿Quién no ha visto o tenido una
cicatriz? A través de esta entrada, compartiremos la información más relevante
referente a las ya conocidas, sufridas y vistas por todo el mundo, las cicatrices.
El organismo, por suerte para
nosotros, fue dotado de un alto componente regenerativo capaz de solucionar
pérdidas de continuidad en los diferentes planos que este presenta. Tales pérdidas de continuidad pueden ser producidas
de manera accidental (golpes, cortes, caídas etc..) o de manera provocada,
siendo la única solución para atajar un problema de mayor magnitud (cirugías).
Una vez perdida la solución de
continuidad, el organismo comenzará el proceso de regeneración y recuperación
de la misma en el tejido dañado. Este mismo tejido, no es únicamente la parte
que nuestros ojos y tacto pueden llegar a ver y tocar, se compone de varias
capas, cada una de ellas con sus particularidades y sus complejidades, para
poder recuperarse.
En esta entrada abordaremos
principalmente las cicatrices que se producen tras una intervención quirúrgica.
Tras la incisión que se realiza en una operación, el cuerpo posteriormente debe
conseguir unir todas las capas de piel, de tejido fascial, muscular, etc…
En la piel, en el tejido que recubre todas las partes del cuerpo del
ser humano, se diferencian distintas capas:
- La más superficial, EPIDERMIS, la
cual nos protege de daños externos contra nuestro cuerpo.
- La DERMIS, capa intermedia donde
encontramos realmente la elasticidad, puesto que está formada por fibroblastos,
células que producen las fibras de colágeno, y este aporta resistencia al
tejido.
- La capa más profunda es la
HIPODERMIS, donde encontramos un alto contenido de tejido graso subcutáneo.
La reparación de cada uno de
estos planos será completamente diferente, tanto en tiempo como en calidad,
formando un tejido cicatricial, quizás algo más desordenado que el tejido
natural y con cierta pérdida de capacidad contráctil.
El tejido de nueva formación, es
creado a través de las diferentes células madre del organismo, las cuales
gracias al estímulo del sistema nervioso, concretamente el sistema nervioso
parasimpático, conseguirán transformarse en las diferentes células maduras.
En el proceso de recuperación y
regeneración tisular, podemos encontrarnos con tres tipos de cicatrices:
cicatrices queloides, hipertróficas o atróficas.
En los niños y las niñas en
crecimiento, en el periodo desde los 2 años hasta la pubertad, debido al
espesor de la piel, a las fuerzas mecánicas del tejido y a la propia curación,
pueden darse regeneraciones menos favorables, llegando a producir cicatrices
hipertróficas.
Para el comienzo de estas fases,
el cuerpo necesita un estímulo, como si una chispa para el funcionamiento de un
motor fuera. El estímulo de regeneración viene directamente condicionado por
factores externos, como la exposición al sol, la fricción o cambios de
temperatura. También diversos factores internos influirán, como por ejemplo la
alimentación, factores genéticos, capacidad de síntesis de colágeno, calidad de
conductividad del sistema nervioso, capacidad vascular, también en algunos
casos la raza. Lógicamente, estos factores individuales juegan un rol
importante variando tiempos y calidad del tejido formado.
El cuidado de los factores junto
con el estudio de la anatomía topográfica
y combinado con la experiencia clínica llevará a establecer diferencias
en el abordaje de estas cicatrices según su localización.
- CICATRICES CARA Y CUELLO: es necesario revisar las estructuras musculo-esqueléticas (suboccipitales, músculos faríngeos, musculatura de la lengua, atm, hueso hiodes, maxilares…). Concretamente, si está en formación la arcada dental y el hueso maxilar. Es importante que el funcionamiento de los órganos de la visión, respiración, fonación, masticación, deglución, sea lo más adecuado posible, ya que estos son captores informativos muy importantes.
- MIEMBRO SUPERIOR (parálisis braquial obstétrica, fracturas de miembro superior, sindactilias,…): pueden generar problemas musculo-esqueléticos, vasculares, déficits de sensibilidad, déficits motores, además de dolor. Cuando hay un problema en una extremidad, a corto-medio plazo es importante que pueda incluirse en las actividades del día a día, ejercitando ese brazo en la medida de lo posible, y a medio-largo plazo, es importante que no aparezcan asimetrías perjudiciales por compensación con esa extremidad.
Foto: Oberlin C, Durand S.
Parálisis traumáticas del plexo braquial del adulto por lesiones radiculares.
EMC Aparato Locomotor. 2007; 40 (4): 1-12.
- TORAX (enfermedades congénitas de pulmón, esternotomías, pectus excavatum, quistes del mediastino): producirán restricciones del pericardio, de la pleura, del mediastino y del diafragma. Por eso es necesario valorar y trabajar la cicatriz como los tejidos y estructuras periféricas. Cabe destacar la importancia del trabajo de esta zona, por la presencia del timo, glándula del sistema inmunitario de especial importancia en niños.
- ABDOMINALES (apendicitis, invaginación intestinal, hernia umbilical, problemas uroginecológicos,...):se ha de pensar en el cierre correcto de estas capas de piel, y en la tensión que genera en las estructuras subyacentes, ya que de esto dependerá su correcto aporte vascular.
Se ha observado que el trabajo
visceral puede ayudar a prevenir las adherencias que se producen tras una
intervención quirúrgica, y de esta forma reducir problemas digestivos,
obstrucciones intestinales o dolor entre otros casos.
- MIEMBRO INFERIOR (dismetrías, pies zambos, pies planos, pies equino, fracturas, cirugías multinivel, displasias de cadera,…): tras el postoperatorio, es importante controlar los factores de dolor, inflamación (como en el resto de cirugías) y prevenir deformaciones musculotendinosas y osteoarticulares.
GESTIÓN Y TRATAMIENTO
Para la gestión de las diferentes
zonas y estímulos implicados en la recuperación del tejido, tiene un papel muy
importante la fisioterapia, a través de diferentes técnicas fisioterapéuticas
se mejorarán los estímulos positivos y por tanto la mejor formación de tejido:
- La aplicación de férulas u
ortesis, sobre todo en miembros superiores, inferiores, así como corsés tras
cirugías en el tronco.
- El uso del masaje, el cual
disminuye los síntomas físicos de las cicatrices (dolor, picor) y además,
influye también en el factor psicológico. Hay técnicas muy sencillas como el
movimiento del tejido cicatricial en “z”, la cual puede realizarse en casa de
manera muy sencilla, y busca aumentar la movilidad del tejido cicatricial.
Foto: www.espanito.com;
aplicación de masaje en “z” desde las dos orillas de la cicatriz con sentidos
opuestos.
- Es importante realizar una buena
reeducación postural de cada niña y cada niño para que haya un adecuado
funcionamiento de los órganos internos y de las funciones vitales. El trabajo
del diafragma es importante para mantener los desequilibrios de presiones que
permiten el correcto funcionamiento a nivel respiratorio y esto mejora la
recuperación vascular y linfática.
- Para conseguir un mejor
deslizamiento de cada uno de los planos subyacentes a la cicatriz, se han
evidenciado mejoras al trabajar con la terapia de inducción miofascial, la cual
busca restaurar el tejido fascial alterado.
- Además, para una correcta tensión
oxidativa de los tejidos afectados, es necesario favorecer una adecuada
aportación de oxígeno a los tejidos que lo necesitan, para ello, mediante la
terapia de radiofrecuencia se puede estimular la producción natural de
colágeno, aumentar la elasticidad de la piel, mejorar la circulación sanguínea
y oxigenar los tejidos más profundos, sin dañar a la dermis.
Por lo tanto es importante:
- Controlar la tracción y el exceso
de movimiento en los planos fasciales de la cicatriz.
- Vigilar la herida tras la
cirugía, realizar las curas necesarias y examinarla.
- Prevenir anomalías en el
crecimiento debido a la contracción cutánea, evitando que aparezcan asimetrías
posturales, sobre todo en el plano frontal, como puede ser la escoliosis. Así
como en las cicatrices más centrales (hernias umbilicales, cirugías de
corazón,…) habrá que asegurar una buena postura en el plano sagital, evitando
hipercifosis o hiperlordosis.
- Hidratar muy bien la zona
cicatricial, preguntar a cerca de la aplicación de cremas dérmicas que
favorecen las condiciones de regeneración de las células madre y la maduración
de estas. O la aplicación de ciertas vitaminas; por ejemplo, el uso de vitamina
E antes y después de la cirugía, ayuda a mejorar la curación de las heridas
quirúrgicas.
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Autora:
Elena López Rovira
Fisioterapeuta APSA CDIAT
Villajoyosa
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