Autora: Pilar Estévez
Casellas, Terapeuta de APSA.
Estos problemas en la conducta alimentaría pueden afectar a todas las personas, al margen de la situación socioeconómica o cultural que tengan. Por otro lado, son más comunes en el sexo femenino (90- 95%), pero cada vez empiezan a darse más casos de estos trastornos entre los hombres. Pueden darse a cualquier edad, pero es en la adolescencia cuando con mayor frecuencia se inician, debido a que es un momento en la vida muy importante de cambio y búsqueda de la propia identidad. Se trata de un proceso que puede iniciarse muy poco a poco y de manera muy sutil por lo que es fácil que pase inadvertido en un principio.
En general, las personas que padecen anorexia nerviosa y bulimia nerviosa tienen en común el hecho de que poseen una preocupación excesiva por no engordar, aunque su peso sea normal o esté incluso por debajo de lo saludable. Gradualmente la comida se va transformando en el centro de sus preocupaciones, pensamientos, toda su vida, por lo que se van desatendiendo otros aspectos de la vida importantes.
La Anorexia nerviosa y Bulimia nerviosa se diferencian entre sí por la forma particular en que se comportan las personas ante la comida y las distintas consecuencias físicas que tienen por esto. Si no se sigue un tratamiento adecuado, no es raro que una persona con uno de los trastornos pueda acabar desarrollando también el otro.
También están los Trastornos de la conducta alimentaría atípicos, reciben este nombre porque no entran exactamente en la definición clínica establecida para la Anorexia nerviosa o la Bulimia nerviosa, ya que les falta alguna de las características usuales. Las personas afectadas por estos trastornos pueden tener una combinación de síntomas de Anorexia y Bulimia a la vez, que pueden modificarse en el tiempo. Por otro lado, es habitual que personas con trastornos atípicos hayan padecido Anorexia nerviosa o Bulimia nerviosa en el pasado o la padecerán en el futuro.
Entre los Trastornos de la conducta alimentaría atípicos, el más conocido es el Trastorno por atracones. En este caso, las personas que lo sufren tienen episodios en los que comen en exceso, pero en este trastorno no intentan controlar su peso con técnicas de purga. Es habitual que se sientan nerviosos y deprimidos, lo cual afecta a su vida social y sus relaciones.
Los Trastornos atípicos, incluido el Trastorno por atracones, serian más de la mitad de los casos de Trastornos de la conducta alimentaría.
Hay varios cambios que ayudan a detectar en nuestros hijos la presencia de un trastorno de la conducta alimentaría, entre los cuales podemos destacar los siguientes:
Respecto a la alimentación:
Manifestar sentimiento de culpa tanto por haber comido como por haber dejado de hacerlo; preferencia por comer a solas, disminución de la cantidad de comida, que se produzcan atracones en las últimas semanas, sensación de ser incapaz de parar de comer, evitación permanente de tomar ciertos alimentos (por ejemplo: dulces), consumo habitual de productos bajos en calorías o ricos en fibra, uso de diuréticos y abuso de laxantes, vómitos autoinducidos y dietas restrictivas o ayunos.
En cuanto a la imagen corporal:
Es habitual una preocupación exagerada por el cuerpo, considerar que el físico es lo más importante para conseguir el éxito en cualquier área de la vida y una gran adhesión a los estereotipos culturales.
Respecto al ejercicio físico:
Habito de realizar un ejercicio físico excesivo y gran inquietud si en alguna ocasión no se puede hacer. Por otro lado, un uso frecuente del ejercicio físico con el objetivo de adelgazar.
En cuanto a la conducta:
Insatisfacción constante con uno mismo, estados ansiosos y depresivos, frecuentes cambios de humor, disminución de las relaciones con los demás con tendencia al aislamiento, problemas para concentrarse en las tareas y visita habitual de las páginas web, blogs o chats en los que se habla de la importancia de la delgadez y se dan consejos para adelgazar o mantenerse delgado.
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