Existe gran controversia en torno al
dilema de si es beneficioso o no que los niños entrenen la fuerza, ya no solo
desde el procedimiento puramente lúdico (juegos), sino mediante la más estricta
disciplina de trabajo con halteras (“pesas”) o en calistenia (propio peso
corporal), con técnicas deportivas específicas (halterofilia, powerlifting, culturismo…) y entrenando
cada uno de los parámetros (tipos) que esta cualidad física básica comprende, a
saber, fuerza máxima, potencia, hipertrofia (aumento de masa muscular), etc.
Afortunadamente, hoy en
día es una realidad contrastada científicamente, y el entrenamiento de fuerza,
en sus diferentes parámetros, aporta muchos beneficios a edades tempranas. Simplemente
hay que adaptar los ejercicios y las pautas de entrenamiento a las
características de cada niño, asegurarse de que ha aprendido la técnica adecuada
y de que es consciente, en todo momento, de una correcta postura.
Lógicamente, todo eso
debe hacerse bajo la estricta supervisión de un adulto debidamente capacitado
para aplicar esa dinámica de entrenamiento en niños. Por poner algún ejemplo,
cualquier entrenador personal, técnico deportivo específico o diplomado o
graduado en Educación Física, entre otros, que se haya especializado en
actividad física para jóvenes deportistas y que conozca y entienda las necesidades
y las adaptaciones físicas, fisiológicas y psicológicas, en cada etapa de
crecimiento, será un buen candidato para entrenar la fuerza en niños de
diferentes edades.
Muchos han sido
los autores (Vrijens, 1978; Docherty, 1986; García Manso, 1996; etc.) que,
durante décadas, se han opuesto al entrenamiento de fuerza aplicado a niños,
alegando que producía una transferencia negativa hacia otras cualidades físicas
y psicomotrices “más trabajables” en niños y adolescentes, como la flexibilidad
o la coordinación, y afirmando que frenaba su crecimiento óseo normal y que, a
estas edades, apenas se podía mejorar la fuerza y, mucho menos, aumentar el
tamaño muscular.
Cada día es más
común ver a niños que son sometidos a duros entrenamientos culturistas
(estrictamente naturales, por supuesto), gimnásticos o halterófilos, y que
presentan un nivel de fuerza y de tamaño muscular sorprendentes. A pesar de
ello y de las constantes críticas que recibieron en su momento, las diferentes
pruebas médicas a las que han sido sometidos han demostrado que su crecimiento
y su salud son perfectamente normales y que la disciplina que practican no les
perjudica en ningún sentido.
Por suerte, en la década de los 90,
numerosas investigaciones llevadas a cabo por científicos de la talla de
Faigenbaum (1993), Hamill (1994), Lillegard (1997), etc., y corroboradas
actualmente por las más prestigiosas entidades del mundo del ejercicio físico y
la salud (National Strength and Conditioning
Association, 2014; British Journal of
Sports Medicine, 2014; American
College of Sport Medicine, 2016; etc.), han demostrado que el entrenamiento
de fuerza aplicado a niños y adolescentes, tiene innumerables beneficios, entre
los que cabe destacar:
- Importante
aumento de los niveles de fuerza por encima del desarrollo normal.
- Mejora de la
psicomotricidad general, especialmente de la coordinación y de la agilidad.
- Aumento de la
propiocepción, del control postural y de la activación de la musculatura
estabilizadora.
- Incremento de
la destreza y de la eficiencia física y técnica, durante la práctica deportiva.
- Reducción del
riesgo de sufrir lesiones, tanto en la práctica deportiva, como en la
recreacional (juegos dinámicos).
- Mejora de los
parámetros anatómicos, destacando el incremento de la densidad ósea mineral.
- Beneficios
psicológicos derivados de la mejora de la propia imagen y del aumento de la
propia autoestima.
Lógicamente, con los niños tendremos
que extremar las precauciones y asegurarnos de que se cumplen estos aspectos:
- Que haya un
buen trabajo previo de adaptación física base.
- Realizar un
calentamiento general y/u otro específico óptimos, previos al entrenamiento de fuerza.
- Que no muevan
cargas más altas de las que son capaces de controlar, es decir, que predomine
la técnica y la consciencia postural por encima de todo. Si es necesario
entrenarles con porcentajes de carga inferiores a los recomendados, se hace.
- Que los
materiales a utilizar durante el entrenamiento, así como las instalaciones y el
espacio donde se vaya a trabajar, estén en buenas condiciones y sean seguros.
- Que tengan
suficiente dominio de las técnicas de ejecución, patrones de movimiento,
control de la respiración y consciencia postural (insisto).
- Que entrenen
bajo la vigilancia atenta y constante de un entrenador competente.
Por tanto, observando la cantidad de
beneficios que tiene el entrenamiento de fuerza en los niños y quedando patente
su aprobación por los mejores investigadores del sector, entrenadores,
entidades, etc. de todo el mundo, sería interesante promover las sesiones orientadas
al desarrollo y a la mejora de esta cualidad física básica en centros fitness, colegios, actividades
extraescolares, etc.
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http://media.npr.org/assets/img/2012/09/23/cross_kids_farfan_12-3e3991f4c8ae76e5e23f34dd9b0360b851837924-s6-c10.jpg
http://i.dailymail.co.uk/i/pix/2013/09/30/article-2438772-1866DF9C00000578-244_634x567.jpg
https://www.rgcc.es/SiteAssets/Lists/news/AllItems/160401_Halterofilia%20Jorge%20Artime.jpg
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Autor:Juan Fco. Marco Satorre
(profesor de Alto Rendimiento S.E.F.D. y colaborador de BBC Mundo)
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