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martes, 13 de mayo de 2014

LA ALIMENTACION DE NUESTROS HIJOS



Autoras: Ana Miranzo, Logopeda de APSA y Pilar Estévez, terapeuta de APSA.


La alimentación de nuestros hijos es un tema al que prestamos especial  atención, como consecuencia de la gran responsabilidad que representa. Observamos, cómo la primera pregunta a la salida del colegio, suele ser, ¿qué has comido hoy?, ¿te lo has comido todo?, para a continuación darles la merienda.

Conseguir que coman de todo, en cantidades suficientes para su desarrollo y que su relación con la situación de alimentación sea positiva, son tres objetivos básicos para la consecución de unos buenos hábitos de alimentación en los niños.

Sin embargo, a pesar de todos nuestros esfuerzos, imaginación y el tiempo invertido, no siempre conseguimos los resultados deseados, y en ocasiones, las situaciones de alimentación se convierten en un verdadero calvario tanto para los padres como para los niños.
  






Por este motivo, reflexionamos a continuación, sobre algunos aspectos que prevengan o resuelvan, las dificultades que encontramos en instaurar dichos hábitos alimenticios. 

Nuestro punto de partida seria preguntarnos, para qué come un niño, y la respuesta clara, que para no tener hambre. Aunque la alimentación, aporta un gran número de experiencias tanto en el plano relacional y social, como en el desarrollo oro-motor, sensorial o cognitivo, nunca debemos olvidar, que su principal función es la de asegurar el aporte nutritivo suficiente para afrontar las actividades del día, y crecer fuertes y sanos.

Aunque la alimentación es una necesidad física, sabemos que a comer bien se aprende, o lo que es lo mismo, nuestra principal aliada va a ser la sensación de hambre, la necesidad de comer que todo ser humano experimenta. Las diferencias entre dos niños de la misma edad en cuanto a la cantidad de comida que necesitan para sentirse saciados, puede ser tan importante como la que existe entre dos personas adultas. Por ese motivo, es muy importante conocer las características y necesidades del niño, utilizando sólo de forma orientativa las raciones recomendadas.

Es importante tener en cuenta si existen alteraciones en la alimentación, os lo explicamos a continuación.

1º Descartamos que existan alteraciones  anatómicas o fisiológicas. Algunos indicadores frecuentes son:
·   El niño baja significativamente de peso .
·   Presenta un percentil de talla y peso por debajo del adecuad.
·   Hay variaciones en su actividad diaria.
·   Signos de desnutrición o deshidratación.
·   Vómitos  frecuentes o alteraciones en la  evacuación.
·   Rechazos muy marcados a la ingesta de cualquier alimento.

En este caso debemos consultar primero con el pediatra y que éste realice las pruebas o derive a los profesionales, que considere oportuno.

2º Se producen dificultades, más o menos severas, que repercuten en la consecución de los hábitos alimenticios adecuados. Las situaciones más frecuentes son:

·   Dificultades para pasar de una etapa a otra. Por ejemplo: Empezar con los sólidos, retirar el biberón…

·   Limitaciones en la variedad de alimentos que el niño acepta en su dieta diaria. Por ejemplo: No toma ninguna verdura o sólo quiere comer un grupo reducido de alimentos.

·   Los padres tienen la sensación de que el niño/a no toma la cantidad suficiente de alimento diario, refiriendo que nunca tiene hambre. (en ausencia de alteración fisiológica de la alimentación).

·   Las comidas suponen un momento de tensión para toda la familia. El niño/a manifiesta rechazo, quiere imponer sus criterios, las comidas son eternas …

Aunque, en la mayoría de los casos, se producen alteraciones que repercuten en todas las  áreas descritas.

Descartada la presencia de alteraciones del acto fisiológico de la alimentación (reflujo, intolerancias, alergias,..), podemos centrar nuestra atención en el aprendizaje, en la adquisición de buenos hábitos para asegurar una correcta alimentación.

En el próximo artículo hablaremos de las fases que se producen en la alimentación infantil.













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