Autora: Pilar Estévez Casellas, Terapeuta de
APSA.
De cara a los hijos cuando se produce un divorcio, lo más importante es que
la pareja aparque sus diferencias en cuanto a todo lo relacionado con los niños,
e intente que este proceso sea lo menos doloroso posible para ellos.
Esto resulta muy difícil, son muchos los
padres separados que no sólo no son capaces de cooperar por el bien y las
necesidades de sus hijos, sino que además recurren a manipularlos contra el
otro progenitor. Sin duda, esto es claramente perjudicial para los niños y provoca
una gran sensación de inestabilidad presente y futura en ellos.
Por otro lado, hay progenitores, que una
vez finalizado el proceso de divorcio, procuran borrar todo recuerdo de su anterior
pareja, por ejemplo, no le mencionan y no se interesan en absoluto por acontecimientos
vividos por el hijo durante su estancia con él o ella, aunque estos sean
relevantes o significativos. Ante esta actitud, los niños no tienen más remedio
que aprender a llevar una doble vida, saben que cuando están con uno, no deben
existir signos o muestras de la relación que mantienen con el otro.
Tampoco es raro, que la negación del progenitor
hacia el otro, se extienda también a su familia, con lo que los abuelos,
primos, tíos… que tienen que ver con el otro progenitor, se convierten en un
tema de conversación prohibido.
En definitiva, podemos decir que el menor,
no ha recibido el “permiso psicológico” de un progenitor para relacionarse
libre y adecuadamente con el otro progenitor. Esta actitud provoca que el niño
no se sienta aceptado, ya que tiene que ocultar una parte importante de su
vida, esto poco a poco va a disminuir su autoestima y seguridad personal.
Estas situaciones, se producen con mayor frecuencia
cuando la custodia la tiene un solo
progenitor, la cual se suele otorgar a la madre, con mayor frecuencia.
En el próximo artículo os aportamos 12
claves para ayudar a los niños a afrontar la separación.
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