Hoy vamos a hablar del famoso “tacatá”,
un aparato muy usado todavía en muchos hogares y cuyo uso está desaconsejado
por médicos y fisioterapeutas. Muchos
padres nos comentan sus dudas sobre el mismo, por ello aprovecharemos para
aclarar los motivos que ponen su uso en entredicho.
Los dos problemas principales que
presenta su uso son: el riesgo de accidentes y la posible alteración del
desarrollo motor y modificación de la alineación de la columna y miembros
inferiores.
Un artículo
publicado por la Asociación Española de
Pediatría refiere que “son muchos los
trabajos de la literatura pediátrica sobre accidentes infantiles realizados en
las puertas de urgencias hospitalarias de nuestro país, entre las causas frecuentes de accidentes en el segundo semestre de
vida se encuentran las relacionadas con el uso del andador o tacatá”. Al
colocar a un niño en el tacatá lo hacemos accesible a zonas inseguras, objetos
peligrosos, picos de mesa, escaleras, vuelcos…
En cuanto al riesgo de posibles
alteraciones del desarrollo, observamos que el poner a un niño a caminar antes
de tiempo (antes de que él se ponga por sí mismo), tiene como consecuencia la
disminución del tiempo de juego en el suelo, privándole de las experiencias
sensorio-motrices que éste le proporciona durante el arrastre, gateo, cambios de postura, aprendizaje de la puesta
en pie de manera espontanea y progresiva, desplazamientos cogidos al mobiliario,
disminución del trabajo de su estabilidad global, así como el desarrollo de posibles
alteraciones de la alineación y formación musculo-esquelética al mantenerse de
pie de manera anticipada, forzada y durante tiempo prolongado (puntillas,
inmadurez de las caderas…).
Además, los padres tienen la creencia
de que así sus hijos caminarán antes y, sin embargo, es todo lo contrario. Un
estudio realizado por un equipo de médicos irlandeses publicado por la revista
británica The British Medical Journal sobre el empleo del tradicional tacatá,
ha desaconsejado su uso tras llegar a la conclusión de que “ralentiza
el desarrollo” de los pequeños. La directora de la investigación, la
doctora Mary Garretti aseguró que el desarrollo de los bebés que usan tacatá es
“bastante más lento” si se compara con niños que no lo hacen. Con este tipo de
andador el niño no se hace consciente de tener que mantener su equilibrio,
existe una falta de feed-back y
posibilidad de ensayo-error necesario en cualquier aprendizaje, moviéndose por
el espacio de forma desorganizada. Por ejemplo, pueden quedarse ligeramente
sentados en el tacatá y no apoyar correctamente sobre las plantas de los pies
sin realizar buenos cambios de peso de una pierna a otra al desplazarse; pueden
avanzar saltando sobre los dos pies juntos… hagan lo que hagan nunca se caen.
Por todo ello, os animamos a que
guardéis los tacatás que tenéis en casa y brindéis
a vuestros hijos un espacio seguro y
amplio en el suelo que le proporcione la posibilidad de desarrollarse a
nivel motor de la forma más natural, progresiva y espontanea posible.
Autora: Amparo Violero
Fisioterapeuta pediátrica del CDIAT de Alicante,
APSA
No hay comentarios:
Publicar un comentario