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jueves, 26 de enero de 2017

BUSCANDO APOYOS




Cuando nace un bebé con síndrome de Down, cuando se diagnostica a un niño con autismo, cuando aparecen las primeras dificultades en algún pequeño… con ellos nacemos también unos nuevos padres. Poco a poco vamos aprendiendo, nuestros hijos nos enseñan a abrir los ojos a otras facetas de la vida a las que nunca antes nos habíamos parado a mirar. Sin darnos cuenta, empezamos a valorar y disfrutar de verdad de los pequeños detalles de la vida, saborear cada pequeño logro juntos. Gracias al amor de nuestros hijos, simplemente vemos el mundo con muchas más tonalidades de color de las que veíamos antes. Gracias a ellos, nos hacemos más conscientes de la belleza de la diversidad de nuestra sociedad.


Sin embargo, en muchas ocasiones, quizá demasiadas, a las personas nos cuesta darnos cuenta de este hecho, de cuán diverso es nuestro entorno, y creamos un mundo competitivo y frío. Se intenta estandarizar cualquier cosa: educación, sanidad, las personas… olvidando la esencia de nuestra diversidad. Dentro de este contexto nos toca educar y criar a nuestros hijos, lo cual, a pesar de la felicidad que aporta el vencer cada pequeña batalla, nos crea un sentimiento de soledad, de incomprensión, de ser David luchando contra Goliat.


Nos vemos obligados a ir a contracorriente, pelear por nuestros hijos, exigir sus derechos que muchas veces son olvidados. Luchamos contra médicos que en ocasiones se olvidan o desconocen las peculiaridades de salud de nuestros hijos, que los describen desde la ignorancia y la desactualización. Luchamos en los colegios y con o contra miembros de la comunidad educativa, que muchas veces no reconocen el derecho de nuestros hijos a una educación inclusiva y de calidad. Luchamos para que los políticos tengan en cuenta y protejan a nuestros pequeños, que velen por sus intereses. E incluso nos toca reeducar a nuestros propios amigos y familiares que, como nosotros antes de ser padres, viven con unas ideas preconcebidas erróneas, antiguos estereotipos basados en el desconocimiento…


En medio de toda esta vorágine nos surge una necesidad imperiosa: una tribu, una comunidad, otras familias que ya hayan pasado o estén pasando por la misma situación que nosotros, que anden con nosotros por la misma senda, que nos entienda mejor que cualquier persona. Buscamos su cómplice sonrisa que nos diga que todo irá bien, que nuestro bebé sigue siendo nuestro bebe, y juntos haremos un equipo perfecto para embarcar en este nuevo viaje!


Y precisamente por esto nace dentro de APSA un nuevo grupo de padres, Padres T21, un espacio donde compartir experiencias, reír juntos, aprender juntos, vivir. Una red, una comunidad donde sentirnos cómodos, entendidos, que nos dé fuerzas para criar a nuestros hijos felices, capaces, y orgullosos de ser lo que son.

Haremos actividades todos los meses, algunas enfocadas para padres (con servicio de guardería), otras formativas y también convivencias  en familia simplemente para crecer en nuestra comunidad. Este grupo se formó en un principio con familias de padres con niños con Síndrome de Down, pero estamos encantados de compartir estos ratos con todos los padres y niños que quieran acompañarnos.


A través de este blog y las redes sociales de APSA os iremos informando de cada evento y los detalles. Esperamos veros allí para seguir aumentando esta gran familia! 

Autoras: Rebecca Nataloni y Nuria Piñol 
                Familias del grupo Padres T21 

miércoles, 18 de enero de 2017

CÓMO AMAMANTAR CORRECTAMENTE A TU BEBE



Es indispensable que, a la hora de darle el pecho o el biberón a vuestros pequeños, os encontréis en una posición lo más confortable posible para estar a gusto, y sobre todo, que ellos lo sientan así, para encontrarse cómodos y tranquilos para poder succionar. 

Como bien sabéis, el feto, durante los 9 meses de vida intrauterina, está colocado en posición de flexión fisiológica (en posición de “C”) y esta posición viene favorecida por la función vital que tienen durante estos 9 meses al succionar el líquido amniótico. Es por esto, por lo que al nacer tienden a mantener la postura en flexión, y también, porque la columna dorsal es la primera en formarse, y tiene una actitud cifosada (en forma de “C”). 


Independientemente de la posición en la que os coloquéis vosotros (reclinada, acostada, posición invertida), es importante conservar la posición de flexión fisiológica del bebe, si bien, es cierto, que hay una multitud de variantes según si el niño padece problemas de tortícolis, reflujo gastroesofágico, dificultad para mamar de un pecho en concreto, incomodidad por vuestra parte para adoptar ciertas posiciones…Para todas aquellas dudas que tengáis, no dudéis en preguntarnos.

Autora: Elena López Rovira,
            Fisioterapeuta del CDIAT Villajoyosa

jueves, 12 de enero de 2017

CELOS EN LA INFANCIA



Los celos pueden definirse como un estado subjetivo caracterizado por una sensación de frustración al creer que ya no somos correspondidos emocionalmente por las personas queridas (padres, parejas...) o, al menos, con la intensidad y frecuencia que deseamos o necesitamos. 

En la infancia es habitual la aparición de celos tras el nacimiento de un hermanito. En cierto modo, el niño se protege y reclama seguir teniendo la misma atención que se le dispensaba antes y que ahora tiene que ser compartida. 

POSIBLES CAUSAS DE CELOS ENTRE HERMANOS

Normalmente, se atribuyen las causas de los celos infantiles, en especial en aquellos que se dan entre hermanos, a factores ambientales y evolutivos. Sin embargo, hoy sabemos, de la existencia de ciertas características del temperamento en niños que van a ser muy relevantes en la posible aparición de la conducta celosa. Estos factores, que podrían ser de tipo genético, predispondrían a desarrollar este tipo de conductas con mayor probabilidad e intensidad, configurando en el tiempo una personalidad celotípica que se seguiría manifestando en la vida adulta con parejas sentimentales o compañeros de trabajo, entre otros.

Algunos estudios avalan la hipótesis de que los niños de temperamento sensible, detallista, metódico, con esquemas bastante rígidos y poca tolerancia a los cambios (de casa, de escuela, de educadores, etc.), a veces con poca capacidad para expresar con palabras sus sentimientos (en el caso de los niños mayores de 4 años), tendrían más posibilidades de desarrollar un trastorno de celos ante la llegada de un hermano.


Los celos son normales dentro del curso evolutivo del niño y a edades tempranas tras el nacimiento de un hermanito (a partir de 2 años hasta los 4 o 5 aproximadamente). La etapa más sensible es cuando la llegada del hermano se produce durante la fase de apego.

Se considera que tienen un valor adaptativo en cuanto es un sistema de regulación del niño para afrontar una nueva situación. Lo habitual es que vayan desapareciendo o reduciéndose a medida que el niño se hace mayor.
En algunas ocasiones, cuando estos celos son persistentes en el tiempo, frecuentes, de cierta intensidad y cursan con malestar significativo en la relación familiar es cuando podemos encontrarnos con los celos patológicos que sí pueden asociarse a ciertos factores internos del propio niño, entre otras causas.

Los celos entre hermanos pueden darse en los dos sentidos, es decir del hermano mayor hacia el menor y viceversa. En el primer caso suelen aparecer conductas regresivas (conductas infantiles de imitación del hermano pequeño, enuresis secundaria, etc.) y en el segundo, los celos se dan en el sentido de identificarse con el hermano mayor que le sirve de modelo al tiempo que reivindica los derechos y privilegios que se le otorgan por su edad más avanzada.

Los estilos educativos de los padres, así como el clima familiar son también factores importantes a tener en cuenta. En aquellos hogares donde los padres adoptan un estilo abierto, comunicativo, de igualdad de trato (dentro de cada edad), de afecto compartido, sin establecer comparaciones entre hermanos y sabiendo destacar lo mejor de cada uno, es donde se pueden minimizar los riesgos de celos.

Cuando la atención hacia los hijos es asimétrica puede potenciarse la aparición de los celos. Sucede que hay niños más extrovertidos, alegres o con mejores recursos sociales que suelen acaparar la atención con mayor facilidad que alguno de sus hermanos. Es normal, en estas situaciones, que estos niños reciban de forma natural mayor atención de las otras personas.
Algunos estudios avalan la hipótesis de que cuando existe una buena relación afectiva padre-hijo antes del nacimiento del hermano se minimiza el riesgo de conflicto posterior con la madre por motivos de los celos.

Igualmente señalar que puede ser un factor de riesgo desencadenante el estado anímico y emocional de la madre tras el parto. Si se dan cambios importantes en su comportamiento o hábitos (cansancio, estrés post-parto, depresión, etc.) pueden afectar al niño que relaciona los cambios negativos con la llegada del hermano.

SIGNOS DE ALARMA

·         Cambios de humor no justificados.
·       Lloro frecuente sin motivo. Tristeza acompañada de manifestaciones verbales de no sentirse suficientemente querido.
·     Aparición de nuevas conductas (no presentes hasta la llegada de un hermano o ya superadas) normalmente desadaptadas con el simple motivo de llamar la atención de los padres (pipi en la cama, negarse a comer, agresividad injustificada hacia objetos o animales, comportamiento social anómalo, etc.).
·      Cambios en la expresión verbal y gestual. Vuelta a un lenguaje más infantil con presencia de gestos inmaduros como chuparse el dedo.
·      Alteraciones en los patrones de comida (menos apetito o más selectivo con los alimentos, rechazando platos antes preferidos o se le tiene que dar la comida) y sueño (insomnio, despertar nocturno, solicitar dormir con los padres, etc.)
·    Negativismo, terquedad, dificultad para obedecer. En los casos más extremos: oposicionismo, agresividad manifiesta y actitud desafiante hacia padres y compañeros.

PAUTAS DE INTERVENCIÓN
La mejor forma de regular los celos es intentando conocer cuál es el origen de los mismos. Deberemos tener en cuenta la historia previa del niño, su edad, circunstancias, etc. También es importante diferenciar entre la aparición repentina de los celos o un temperamento o personalidad celosa. 
Una vez identificados los celos, los padres y demás familiares relevantes deberán consensuar una estrategia común para ayudar al niño. 

A nivel general exponemos una serie de orientaciones para minimizar las conductas celosas entre hermanos:

·         Establecer un equilibrio en el trato a los diferentes hermanos de forma que no haya un trato de preferencia hacia ninguno de ellos ni se establezcan comparaciones.
·         Siempre es más eficaz alabar los aspectos positivos que recriminarle los negativos.
·      Aumentar el tiempo en actividades y juegos de toda la familia es buen método para mejorar la comunicación y estrechar lazos.
·  Responder con tranquilidad a los episodios celosos, sin estridencias ni recriminaciones, comunicarle al niño nuestra decepción por su comportamiento y dejar de prestarle atención. Posteriormente cuando se tranquilice y, según la edad, podemos intentar razonar lo ocurrido y darle la atención emocional. No obstante, “razonar” con el niño celoso (aunque tenga edad suficiente para comprender nuestros argumentos) no funcionará siempre. Debemos entender sus conductas como síntoma de un malestar y no desde la perspectiva adulta.
·         La relación entre hermanos tiene su propio ciclo de desarrollo. Si el clima familiar es emocionalmente estable y equilibrado, los celos puntuales, normalmente son superados y no presentan mayores problemas.

Autora: Concha Sánchez-Bretaño Herrera, Psicóloga-Logopeda (nº.Col. PV-401).
Psicóloga Emerita del Centro Ocupacional Terramar de APSA.