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jueves, 17 de mayo de 2012

7 Claves para una buena alimentación infantil


La alimentación de nuestros hijos es un tema al que prestamos especial  atención, como consecuencia de la gran responsabilidad que representa. Observamos cómo la primera pregunta a la salida del colegio suele ser ¿qué has comido hoy?, ¿te lo has comido todo?, para a continuación darles la merienda.



Conseguir que coman de todo, en cantidades suficientes para su desarrollo y que su relación con la situación de alimentación sea positiva, son tres objetivos básicos para la consecución de unos buenos hábitos de alimentación en los niños.
  

Sin embargo, a pesar de todos nuestros esfuerzos, imaginación y el tiempo invertido, no siempre conseguimos los resultados deseados y, en ocasiones, las situaciones de alimentación se convierten en un verdadero calvario tanto para los padres como para los niños.

En primer lugar, debemos asegurarnos de que no exista ninguna alteración que comprometa fisiológicamente la nutrición de nuestros hijos, las cuales son poco frecuentes en la población infantil. Algunos signos de alarma pueden ser: pérdida de peso, alteraciones del crecimiento, vómitos o alteraciones gastro-intestinales muy frecuentes. 
Descartar este tipo de alteraciones, nos permite abordar la situación  de alimentación  con mayor serenidad,  entendiendo el gran reto que supone para los niños enfrentarse a los innumerables  cambios que se producen en el tipo y forma de alimentación durante los primeros años y siendo conscientes de nuestro papel protagonista como fabricantes de unos hábitos adecuados, que perdurarán durante todo el ciclo vital.


Recogemos a continuación, siete puntos clave en el desarrollo de una buena práctica en la alimentación con  nuestros hijos:

  1. “Cada niño es un mundo”: Las cantidades que cada niño necesita para estar bien alimentado varían considerablemente por lo que no debemos obsesionarnos con qué coma mucho o lo mismo que sus iguales. Sin embargo, las pautas para conseguir una correcta alimentación son muy parecidas para todos. 
  1. “Paso a paso”. Es conveniente conocer los momentos claves para realizar los cambios de una textura o instrumento a otro, teniendo en cuenta que si atrasamos una etapa (por ejemplo: iniciar la alimentación sólida  o abandonar el uso del biberón) estamos restando al niño posibilidades de practicar nuevas  competencias orales, ampliar su repertorio de sabores, texturas ….  A modo orientativo, os recordamos: Inicio de la cuchara sobre el 4ª mes, alimentos semisólidos (galleta, pan, …) antes de los 9 meses, beber en vaso 10 meses, alimentos sólidos se incorporarán progresivamente a partir del año. 
  1. “Miro, huelo, toco y … como”  La introducción de nuevos alimentos debemos realizarla de forma progresiva dando la posibilidad al niño de que se familiarice, pruebe o coma una pequeña cantidad antes de querer que se coma una ración entera. 
  1. “Rutina, rutina y más rutina”. Es básico que decidamos dónde, cuándo, qué y de qué modo tiene que comer nuestro hijo. El niño aprende mediante la repetición y la anticipación qué debe hacer en cada situación y lo que se espera de él, así que nada  mejor que mostrarse consistente en estos aspectos y no improvisar o modificar aquello que hemos decidido para conseguir que coma unas cuántas cucharadas más. 
  1. “Yo solito”. Fomentar las habilidades de autoalimentación tiene que ser siempre uno de nuestros objetivos básicos. El niño que es activo en su proceso de alimentación: se le da oportunidad de oler, tocar, manosear, mancharse, practicar con los instrumentos de comer… genera una actitud más positiva hacia los alimentos nuevos y utiliza menos las comidas para retar a sus padres, puesto que es él el protagonista de la situación. 
  1. “Estrategias heredadas” Existen algunas estrategias que todos realizamos de forma automática ante la negativa de comer de un niño y que se convierten en parte del problema y no de la solución. Estamos hablando de las amenazas, los chantajes, las comparaciones, las charlas sobre la importancia de comer, utilizar distractores como juguetes o la televisión, montar un circo,… Si reflexionamos sobre ellas nos daremos cuenta que sólo consiguen crispar la situación de alimentación y favorecer una actitud negativa o caprichosa del niño, sin conseguir nada positivo a cambio. Es mejor, si te muestras relajado y no te enfrentas directamente para que coma más en ese momento, no forzando pero tampoco ofreciendo otro tipo de alimento hasta que le toque comer otra vez. 
  1. “No estás solo”  No dudes en consultar con nosotros cualquier duda sobre la alimentación de vuestro hijo. En el CDIAT  analizaremos cuál es la situación real, elaborando un registro alimentario semanal de tu hijo, fijaremos juntos unos objetivos y estrategias concretas y podrás compartir con nosotros todos vuestros logros.

Autores: Ana Miranzo y Elena Vilchez, logopedas del CDIAT de APSA

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