Autora: Pilar Estévez Casellas, Terapeuta de
APSA.
Cuando se produce una ruptura de los lazos
afectivos, es siempre doloroso y se vive con mucha ansiedad y angustia por
parte de la pareja que se unió para compartir su vida y ahora ve roto ese
vinculo común. Pese a ello, no debemos olvidar a las mayores victimas de esta
situación, que son siempre los hijos, en especial, los más pequeños.
La reacción de los hijos a la separación de
los padres va a depender mucho de la etapa vital en la que se encuentren. Podemos
decir que, cada tramo de edad presenta una respuestas propias ante el divorcio
que corresponden al nivel de desarrollo cognitivo del niño. Pero en absoluto,
debemos generalizar, ya que cada niño tiene su propia personalidad y manera de
vivenciar los sucesos.
Os comentamos las reacciones más comunes de
los niños ante el divorcio de sus padres, según su edad:
Bebés: Esta demostrado
que los bebés son muy receptivos al estado de ánimo de sus padres, lo perciben
y actúan en consecuencia. Por lo tanto, ante una separación, es frecuente que
se muestren más llorones, irritables y miedosos.
Niños
preescolares (3-6 años): Los niños con esta edad no son capaces de entender por
qué se produce una ruptura entre sus padres, por eso es habitual que se culpen
a sí mismos. Se
consideran culpables por no haber guardado sus juguetes, no haber comido
bien....
Muestran muy altos niveles de ansiedad,
muchas veces se preguntan si sus padres les van a abandonar. Hay que tener en cuenta que, en
estas edades tan tempranas, los padres constituyen el universo entero de los
niños y que la relación que tienen entre si
los padres, es el medio en el que ellos están cuidados y mantenidos.
Presentan muchas regresiones, se muestran
incapaces de hacer cosas que antes podían, por ejemplo, vuelven a hacerse pipi
en la cama, chuparse el dedo, querer
dormir con los padres... En muchas ocasiones, poseen pesadillas recurrentes relacionadas
con lo que les preocupa.
También muestran más rabietas, necesidad de
llamar la atención de sus padres constantemente, ansiedad de separación (al
dejarlo en la escuela o con otras personas). Pueden mostrar una vinculación
excesiva, muchas veces, con la madre, que se ve desbordada y no entiende lo que
pasa. En ocasiones, el niño, pasa de tener conductas agresivas a la búsqueda de
un afecto incondicional (abrazos, besos,…).
Se pueden producir multitud de quejas
somáticas (dolor de cabeza, estomago,...) que no están justificadas.
También es común, el negarse a ir a casa de uno de los progenitores, normalmente el padre, actitudes de apatía, introversión, mutismo ante personas nuevas de su entorno, dificultades para relacionarse o jugar con otros niños…
También es común, el negarse a ir a casa de uno de los progenitores, normalmente el padre, actitudes de apatía, introversión, mutismo ante personas nuevas de su entorno, dificultades para relacionarse o jugar con otros niños…
Niños
en edad escolar (6-9): A esta edad, los niños suelen mostrarse tristes, añoran mucho al progenitor que se ha ido de
casa, y experimentan mucha ansiedad a causa de un conflicto de lealtades. Poseen
mucha inseguridad y angustia y el rendimiento en el colegio habitualmente baja.
En el próximo artículo nos centraremos en comentar como afecta el
divorcio a los niños durante su preadolescencia y adolescencia.
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