Autoras: Ana
Miranzo, Logopeda de APSA y Pilar Estévez, terapeuta de APSA.
En cada situación de alimentación podemos
preguntarnos: cuándo, dónde, qué, cómo y cuánto deben comer nuestros hijos.
Aunque cada niño y su familia deben encontrar sus propias respuestas, existen
algunas pautas generales.
¿Cuándo comer?
Es
importante establecer siempre un horario regular de comidas.
·
Al principio iniciamos
la alimentación a demanda. Podemos decir que las necesidades del niño, son las
que determinan la cantidad y horario de
cada toma que se realiza.
·
Poco a poco la
maduración y la adquisición del hábito
de sueño, modifican las tomas:
Ø
Se disminuyen el
número de tomas diarias.
Ø
Los momentos de
alimentación se concentran durante el día.
·
Los padres
estipulan un horario fijo dedicado a la alimentación. Normalmente, a partir de
los dos años de edad, los niños hacen de 5 a 6 comidas repartidas a lo largo del día.
·
La duración de
las comidas no debe alargarse en exceso, en general una media hora debe ser
tiempo suficiente para realizar una comida completa.
Hay
que tener en cuenta:
Ø
Es importante
que el niño pueda experimentar la sensación de hambre – saciedad.
Ø
Conviene evitar
picar entre horas, sobretodo alimentos que son poco nutritivos.
Ø
Saltarse tomas
en niños poco apetentes, no siempre obtiene los resultados esperados de que el
niño tenga más apetito a la toma siguiente.
¿Dónde comer?
Establecer
un entorno adecuado y estable para realizar la comida.
·
Siempre en la
misma habitación, el mismo asiento o los mismos instrumentos.
·
El momento
de comer es para comer. Cualquier
actividad distractora acaba siendo algo contraproducente. Es un momento en el
que se crea una situación especial de
comunicación.
·
Si el niño abandona el escenario creado, lo
reconducimos para que vuelva a ocupar su lugar, no le perseguimos con la comida.
¿Qué comer?
Es
importante decidir el menú de antemano.
·
Elaborar un menú
semanal, en el que puede participar la opinión del niño, dentro de unos platos
adecuados para él, que son los que le proponemos. De este modo, evitamos
improvisaciones y aseguramos que existe un equilibrio dietético.
·
Tener en cuenta,
que la incorporación de novedades en la
dieta debe ser siempre de forma paulatina. Aceptar que en los momentos de cambio,
el niño tomará menos cantidad del alimento.
·
Presentar los
alimentos en las porciones que él suele poder comer. Es mejor que pida más a
que no pueda acabarse el plato.
·
Ser consciente
de la importancia que tiene introducir los cambios de instrumentos o de
texturas en la edad que recomiende el pediatra. Especialmente, sustituir las
tetinas por el vaso, introducir alimentos semisólidos y luego sólidos. Cuando el niño es más mayor, cuesta que acepte éstos cambios y pueden verse
alterada, tanto su musculatura como el
desarrollo oro-motor.
En
el próximo artículo trataremos los aspectos relativos a cómo abordar la
alimentación y cuánto debe comer el niño
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